Capitulo 2.

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La mañana siguiente estuvimos todo el día fuera sin contar que conseguimos el  uniforme y compramos las cosas que necesitaríamos para la semana.
Una ansiedad me pego alrededor de las seis de la tarde, y para las diez ya era un manojo de nervios. Estaba asustada y fantasiaba en como sería mi primer día. Siempre había sido muy social pero la dificultad está en que no todas las personas me caen bien y mi carencia de paciencia no ayudaba en lo absoluto a ello, me fastidiaba los primeros días por que prácticamente todos te evalúan y yo a ellos para ser sincera.
El día irremediablemente llego...
Cepillaba mi cabello alisando mi castaño oscuro, coloque un maquillaje básico sobre mi rostro y terminé de abrochar los botones de mi camisa de lino ocultando mi bralette de encaje. Tome la bolsa de piel color carne y mis audífonos de una de mis maletas. Rocíe algo de perfume y escondí la cajetilla de cigarros en el bolsillo interior de mi trench coat, ya que quería esconder el vicio que actualmente profesaba de mi madre, obviamente.
La cual me dejó a la entrada del colegio junto con un termo lleno de expresso en mi mano y unos euros extras en mi monedero.
Entre guiada por una docente, la cual me mostró por enzima el edificio. Explicó los formalismos y las reglas mientras me entregaba mi tarjeta estudiantil, mi pase electrónico y mis horarios, despidiéndose de una manera cortes y algo seca, me dejo sola. Al caminar por el pasillo con destino a los casilleros sentía la vista de muchos puesta en mi espalda, está se puso rígida. Tratando de que no se notara mi estrés a causa de su atención, volví la vista hacia mi móvil tratando de despejarme la mente con los mensajes de mis mejores amigas de Vienna. Las extrañaba a morir Dalla y Richelle fueron mis confidentes en todas mis metidas de bruces y mi incondicional apoyo cuando pasó lo que pasó...
Trate de no pensar en aquello, y me enfoque en mis materias. Literatura era la primera y guiándome de los pequeños letreros afuera de las aulas llegue hasta ella.
Visualice un banco junto a la ventana y me senté observando el exterior, el día era nublado pero cómodo, el verde del césped seguía siendo vivo y los árboles que rodeaban se movían de una manera fresca con el viento.
Por un momento me perdí en mis pensamientos y trate de no estar tan tensa.
Al regresar la vista a la aula me sorprendí al ver que la mayoría de los alumnos ya estaban sentados.
Los estudie con disimulo por un momento, me fascinaba y al mismo tiempo me desesperaba la experiencia casi psíquica del primer día. En donde haces apuestas de personalidad y creas apartados y agrupas a todas las personas.
Vi a la maestra entrar a la aula y luego... Volteo conmigo.
Mierda.
Ahí venía el momento incómodo en donde las mujeres te evaluaban el vestir y los hombres que tan atractiva y pierna suelta eres.
- Jóvenes, ella es la nueva estudiante.
Wow. Me siento como en casa, venga el sarcasmo.
Que presentación más obvia y triste. Sonrío de medio lado al pensar lo anterior.
- Si eres tú, verdad? Podrías presentarte por favor.
Esto era innecesario.
-Soy Amara... Dije con duda mirando a la educadora en forma interrogante.
- Hola Amara. El grupo respondió como si estuviéramos en un club de alcohólicos anónimos. Luego rieron, y yo junto con ellos.
-Di un pasatiempo o algo sobre ti.-Ordenó la mujer vestida de traje sastre.
-Tengo 17 años, me acabo de mudar de Vienna y practico yoga.
Si mencionar que soy piscis con descendencia a Capricornio ? Esto último lo pensé. Sinceramente no lo sé puede que lo halla dicho gracias a mi falta de filtro mental, que más da.
Después de la bochornosa presentación y la tensión de formalidad un poco despejada empezó la clase.
Al sonar la campana del almuerzo me sentí con un nudo en el estomago. Las extraño tanto, niñas. Escribí en el chat de conversación.
Tenía que adaptarme de nuevo y hacer amigos como en primer grado.
Pero no me presionaré, me senté en una mesa del café que se encontraba dentro de la escuela. Puse mis audífonos y el sonido a todo volumen mientras comía un crossant salado y daba sorbos al expresso. De pronto sentí a alguien tocar mi hombro. Voltee por instinto y me topé con un adolescente majo, bien vestido y visiblemente afeminado.
-Disculpa, podría sentarme contigo? Es que odio comer solo.
-Claro. Dije con educación mientras apagaba la música de spotify.
-Mi nombre es Marlon, Marlon Dutch.-Dice mientras me ofrece su mano.
-Amara Von Roach.-La tomo.
-Suena a marca registrada!-exclama divertido el peli negro.
-Lo soy. Digo mientras le guiño un ojo.
Ambos reímos.
-Así que tú eres la monada que practica yoga.
Adquiero un sonrojo debido a la pasada elección de palabras torpes para describirme.
-Te juro que no sabía qué decir.
-No te preocupes, les fascinaste a todos. Eres hermosa y te vistes bien. Porque crees que te hable? Combinamos! -Bromeó.
Reí ante su ocurrencia.
El receso pasó rápido, mientras descubríamos que éramos adictos al mocha de Starbucks, que uno de nuestros colores favoritos era el negro. Me contó lo relacionado a la escuela, nos pasamos nuestros números y redes sociales, así como platicamos de lugares que habíamos conocido y cuáles eran los más lindos para visitar en España. Resultó una compañía muy amena y extravagantemente graciosa, daba gracias por topármelo y conocer a alguien nuevo.
Después de eso el día fue llevadero y transcurrió con más facilidad, Marlon resultó ser todo un socialite, ya que me presento con media escuela.

-Me atrapaste, Von Roach.-Dice en la salida del colegio guiñando su ojo azul.

...

-Supero mis expectativas, sinceramente.-Le cuento a mi madre sobre mi día.
Cortó un espárrago y lo llevó a mi boca.
-Como es el colegio? Te agrada el ambiente, trate de que fuera un nivel parecido con el que te relacionabas en Vienna.-Dio un sorbo a su copa de vino blanco.
Pare de comer.
Dude al contestarle con la verdad acerca de mi experiencia en mi antigua escuela, fue algo deplorable al final. Era una de las cosas de la lista que no extrañaba... ahí conviví con ella y mi madre se destrozaría si lo supiera.

Trate de mejorar mi expresión y fingí que mi mueca había sido por el sabor amargo del alcohol.

-Se parece poco, pero es mucho mejor. Sonreí tratando de mostrar aprobación a su elección.
Ella asintió complacida.
Comíamos tranquilamente escuchando los bajos murmullos del restaurante italiano, y veíamos con atención a la cantante enfrente del pequeño escenario cantando de una manera suave y clásica en el idioma hermano  al español. Su silueta se movía suntuosa y por el tono agónico que salía de su garganta era una canción melancólica o triste. Mi madre era una profusa amante del arte, por eso era tan estricta en los lugares a los que íbamos juntas, ya que si algo no tenía la suficiente cultura dentro de sus altos estándares, descartaba el lugar por completo.
Yo era más flexible en ese aspecto, me gustaba el tema de la estética en toda forma. He ahí la razón de porque este lugar me había encantado desde pequeña. Era tranquilizador por la música, los tonos bajos de iluminación y el ambiente cálido sin dejar de ser elegante.
Nací en Madrid pero cuando tenía siete años nos mudamos por cuestiones de trabajo de mi padre a Francia por cuatro  años y luego a Vienna por seis más. Después del divorcio de mis padres, decidí vivir con mamá, y volvimos a España. Nunca me queje al tener que aprender cuatro idiomas o cambiar de comida y costumbres cada determinado tiempo, pero después de que todo se descontrolara  los últimos dos años que estuve en Vienna todo cambio, mi vida allá se volvió un caos.
Es por eso que decidí alejarme, sobretodo de mi padre.
Era doloroso recordarlo y en solo pensarlo un rencor e irá indescriptible inundaba mi pecho. Trate de controlarme y recordar en el lugar y con quién estaba en este momento.
-Quieres algún postre? Porque yo sí.-Dijo mi madre con singular alegría.
-Claro.-conteste más convencida.
Ahora debía de agradecer de estar en España, ahora estaba en paz.

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⏰ Última actualización: Nov 25, 2016 ⏰

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