Capítulo 2

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Supe en el segundo en que te conocí que había algo en ti que yo necesitaba. Resulta que no era solo algo, eras todo .

13 de enero de 2014

Es mi primer día en la universidad, todavía no me la creo. Es un gran día pero estoy tan asustada que apenas puedo pestañear. Con la inseguridad a tope miro frenéticamente mi horario, miro el reloj como 32 veces, repaso mentalmente mi lista de útiles y a la vez que no se me quede nada, hecho a andar mientras repito, como si fuera un mantra: A403, A403, A403, A403.

Llego al aula a las 8:30 exactamente, como buenamente pude localicé un asiento y saqué mi celular como si esto fuera suficiente para crear una barrera entre el mundo y yo. A los pocos minutos me di cuenta de mi craso error, alguien se me acercó (demasiado para mi gusto) y sin previo aviso me soltó tremenda perorata:

-Hola, soy Noah y le ruego a Dios, a los astros, al karma o como quieras llamarlo, que esta sea mi clase de Historia del Arte y que tu estés en ella, porque ya tus ojos no se me olvidan más y espero verlos como mínimo todos los días.- soltó esa parrafada sin apenas respirar y esperó expectante una respuesta de mi parte.

Yo al escuchar aquella monserga alcé la vista sin atisbo de interés, pero lo que vieron mis ojos me dejó anonadada. Aquel tipo junto a mi era un adonis de tez aporcelanada, cabello como el ébano y los ojos como los mismísimos amaneceres de Acapulco... bueno ok, no tanto así, sus ojos eran color miel.

Miré a todos lados ¿de verdad me hablaba a mi? No lo creo. Por si no me conocen, no se pierden de mucho, no soy ni alta ni bajita, no soy piel clara pero tampoco oscura, tengo unos ojos comunes y corrientes color...¿lodo? No no, chocolate, pero bien bien oscuro. Nunca me peino y odio maquillarme, así que no creo que se refiera a mi.

Abrí la boca para decir algo pero en el preciso instante llegó el profesor y todo el mundo se fue a su lugar.

Si te conviene juégatela; si no... juégatela tambiénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora