Tengo las manos vacías de excusas por las que no olvidarte.
Y no sabes cómo duele saber que no tengo ni una excusa para quedarme.
Que no te mereces que te espere.
No sabes lo que me jode verte sonreírle a cualquiera que pasa con la sonrisa con la que asegurabas una y otra vez que nunca te irías.
Quiero decir, que te fuiste para no sufrir, para no quererme.
Para que yo no te quisiera.
Y para no hacernos daño.