Debilidad

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Nota: Este capítulo está narrado por Jean, alias Horseface <3


Una hoja de algún árbol flotó hasta posarse delante de la ventana frente a mí, Eren tenía la mirada perdida en el horizonte, aquella jugosa vista de tonos cálidos cediendo tras las penumbras. El espectáculo más común que podemos presenciar y unos de los más hermosos, pero para él no significaba nada. Él no podía sentir nada.

—¿Cuánto ha pasado desde entonces? ¿Sesenta años? —pregunté todavía dudándolo.

Él no respondió enseguida, yo pasee mi mirada por el lugar: un café estilo victoriano adornado con cuadros y fotografías actuales. De alguna forma habían tratado de unir el pasado y el presente pero aquella habitación parecía más bien un rompecabezas.

—Supongo, y eso es todo lo que te puedo contar por ahora

—No no no, ¿por qué? Aún no has respondido, ¿él sigue vivo? Y si es así, ¿por qué no has ido a rescatarlo?

—No es mi problema, Jean —dijo simplemente, yo me quedé con la boca abierta.

¿En qué clase de mundo un individuo podría ser tan insensible? Claro que discutir con él no serviría de nada, él era de las personas que se dejan llevar por sus emociones, y ahora estando sin ellas... En cierta manera entiendo el por qué, si él no hubiera bajado el interruptor quién sabe dónde estaría ahora, tal vez seguiría en aquel calabozo, a saber. Lo cierto es que todo eso había pasado porque él había sido débil, quizá no había encendido su humanidad desde entonces por miedo, y siendo vampiro el miedo es una debilidad.

Salimos del café un rato más tarde, él hizo un gesto para despedirse y luego se alejó a toda velocidad entre las oscuras calles, los postes de luz lo alumbraban de vez en cuando: el cabello desordenado, la chamarra de piel café oscuro, los jeans negros, la camiseta arrugada y una extraña bufanda roja que usaba últimamente. Decidí no seguirlo, y en cambio me dirigí hasta la universidad local, donde estudiaba mi amigo Marco.

Digo mi amigo porque llevábamos una relación de noviazgo desde hacía un par de años, pero nadie lo sabía. Uno, porque ambos éramos vampiros y dos, en consecuencia no había nadie importante —vivo— a quien contárselo.

Entré en el campus perdiéndome entre los estudiantes que deambulaban por allí, unos cargando pesados libros, cuadernos y otras cosas escolares. Pase como una sombra y llegué hasta el dormitorio, subí las escaleras y toqué la puerta, él me recibió tan alegre como siempre. Era una habitación con un par de camas, aunque Marco tenía el cuarto para él solo, una ventana con vista al campus, los muebles usuales, un librero medio lleno y varios cuadros con fotos en las paredes.

—¿Hablaste con Eren ya?

—Así es, pero no creo que pueda ayudarnos, no me contó nada sobre que conociera alguna bruja. Hacía mucho que no lo veía, ¿sabes? Fuimos buenos amigos allá en Shingashina cuando todavía éramos humanos, y...

—Vaya... Por lo que sé, Eren es muy famoso por sus contactos, dicen que mató a un original una vez siendo todavía humano.

—Tranquilo, lo conseguiremos de alguna otra forma —y deposité un suave beso en sus labios, él me miró con una sonrisa. Seguía preocupado porque yo no tuviera mi anillo solar, me lo habían robado hacía poco encadenándome a la noche eterna, hasta entonces no habíamos podido conseguir una bruja para hacer otro, de manera que, si no tenía cuidado, corría el peligro de convertirme en cenizas.

Pese a eso a mí lista de preocupaciones se anotó Eren, ya que de alguna manera me causaba remordimiento dejarlo en ese limbo de no humanidad por más tiempo, y más con el pasado que tenía. ¿Sería yo capaz de hacer que encendiera de nuevo el interruptor? Le conté a Marco la historia de mi viejo amigo y este también coincidió en que no podíamos quedarnos con las manos quietas.

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