CAPITULO 1

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En un bosque cercano al poblado San Bernardo, había una Mansión enorme y espaciosa (su construcción data de los años 1510-1515); dentro de ella se podía apreciar muchos retratos de una familia adinerada, compuesta por el señor Arturo Smith, Cristin Borrego y su pequeña hija Elizabeth. Quién según los lugareños, eran los dueños legítimos de la sombría casa, y quienes el 31 de octubre de 1520 fueron brutalmente asesinados y encontrados en escenarios escalofriantes.

A sólo cinco metros de la entrada, estaban dos escaleras que hacían una especie de arco dándole fin en el corredor principal del segundo piso. Constaba de 13 habitaciones, una gran sala donde se podía contemplar grandes vitrales del arcángel Gabriel y en el fondo de tan imponente recinto, había una enorme ventana que daba vista al inmenso bosque.

A pesar de ser la casa soñada por cualquier pareja ambiciosa y ordinaria, tenía muchas décadas de no ser habitada, desde el acontecimiento de la familia Smith Borrego; porque se creía que dentro de ella, ocurrían episodios paranormales que envolvían a cualquiera que entrase a la Gran Mansión.

Los ancianos del poblado relataban que cualquiera que que se atreviera a no creer en su historia estaban condenados por fuerzas del más allá.

La historia de la Gran Mansión, corrió por todo el territorio, incluso se crearon muchos rumores de la aparición de la pequeña Elizabeth en el bosque, conduciendo a todo el que tomara el camino de la Mansión e invitándoles a indagar el gran bosque.
La historia se hizo muy famosa, tanto; que un grupo universitario decidió hacer una investigación como propósito de grado, puesto que les pareció muy interesante la "absurda historia de la Gran Mansión"; y querían revocar esa creencia barata y sin fundamentos de una casa que para ellos, solo eran un montón de tablas viejas y podridas.

Se creía que el camino para llegar hacia ella, era desconocido para muchos; puesto que hubo jóvenes que en curiosidad por encontrar la gran Mansión y saber su historia, se perdían en la infinidad del bosque y jamás regresaban por extrañas razones.

Vivian, una chica de 20 años, de piel pálida, ojos grisáceos, cabello rojizo como el sol al atardecer y contextura delgada estudiante de periodismo de la universidad de los Ángeles, emprendedora y retadora de si misma, conoció la historia de la casa abandonada y como propósito desafiante, optó por filmar la Gran Mansión y crear una historia diferente a la que estaba acostumbrada a realizar, dándole a su ego un poco más de altura rompiendo todo tipo de reglas y paradigmas; proyectando fecha a su proyecto los días: 26,27,28,29 y 30 de octubre, debido a que para esa fecha tendría jornadas libres.

La mañana del 25 de octubre, la madre de Vivian, Lourdes Becher, se enteró por amigos cercanos que su hija emprendería un viaje hacia el poblado San Bernardo y, temía por lo que le pudiera pasar. Lourdes llegó repentina al café donde Vivian acostumbraba a tomar y comer el usual café con Leche y wafles con una porción de miel que disfrutaba todas sus mañanas.

Alguien puso una mano tibia y suave en su hombro y le dijo:
-¡Hola hija!
-Ah, ¿qué tal Lourdes?, ¿vienes a molestarme? Si es así, ¡asegúrate de no darme tanto problema!
-Vivian hija, me he enterado que emprenderán un viaje a un lugar que teniendo 50 años de vida no he conocido; no vayas por favor... Tengo un mal presentimiento.
-Ay Lourdes por Dios, tú siempre con tus presentimientos, ¿y que ha pasado? Pues nada. ¿por que mejor no me dejas tomar mi desayuno sin tener que escucharte? Mucho tengo pensando en todos los problemas que me has causado, desde que engañaste a mi padre con ese domador de leones del circo en donde jamás debiste haber salido.
-Vivian, por lo menos merezco algo de respeto... ¡Yo soy tu madre!.
-¿y?; hubiese preferido no nacer si supiera que mi madre ibas a ser ¡tú!. Sabes... Adiós, se me hace tarde y no tengo tiempo para tus lamentos.

3:30 pm, el cielo yacía nublado para la tarde amenazando una tormenta. Mientras el tiempo se acumulaba en los ángeles, Vivian a pesar de no darle la más mínima importancia a las palabras de su madre, muy dentro de ella un vacío la opacaba. Pero, no era motivo suficiente para retirarse de su travesía.

-uff, por fin llego a casa. Escuchar a Lourdes fue completamente extraño... El llegar sin avisar. uff, ¿pero que estoy diciendo?, se me hace tarde para preparar mi agenda... ¿Donde estará Sonriente? ¡Maldito gato! Siempre te escondes... Me volveré loca hablando sola.

¡Ring!¡Ring! (suena el teléfono).
-¿hello?... ¿Hola?.... Lourdes, ¿eres tú? Si es así, no tengo tiem....
-No soy Lourdes.
-Entonces, ¿quién carajos eres?... ¿Hola?... ¿Holaa?. Maldito Frank y sus bromas.

La Gran MansiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora