Capítulo 3

28 4 2
                                    

Me acabo de despertar muy sobresaltada, sudorosa y gritando. Tengo un nudo en la garganta que no puedo comprender. Sinceramente, no soy capaz de describir cómo me siento en este momento. Me siento por una parte angustiada y muy alterada, pero por otra, siento cómo todo el peso que me ha tenido atrapada durante todos los días de mi vida se desvanece. Ahora siento como si pesara menos, como si en cualquier momento fuera a echar a volar y no volver nunca más. Pero ese sentimiento que me invade tampoco puede hacer que me sienta mejor. Miro el  despertador, y veo que son las cinco de la mañana, lunes.

Llevo meses, tal vez años con un sueño que se ha repetido todas las noches de mi vida. En ese sueño corro detrás de algo, algo que veo borroso, una imagen que nunca logro ver. Pero en este sueño algo ha cambiado. Oigo una voz que repite mi nombre muchísimas veces. Es una voz muy dulce pero a la vez, muy angustiada. Lo que dice es: Stephanie, Stephanie, Stephanie... Es una voz angustiada, pero que a la vez me llama con ¿cariño?

Hoy por fin he logrado ver esa imagen. Es una bandera negra en la que destaca una rosa amarilla como la de mi collar. Ahora que he logrado verlo, ver la imagen que he estado buscando durante tanto tiempo, me doy cuenta de algo: no lo entiendo.

Intento volver a dormirme, aunque sé que no voy a ser capaz después de lo que ha pasado esta noche. Miro de nuevo el reloj y veo que son las seis de la mañana. Sé que mañana estaré muy cansada pero también sé que como siga aquí tumbada, sin hacer nada y pensando me volveré loca. Por lo menos este rato en el que he estado pensando me ha servido para algo: para darme cuenta de que al ver esa imagen desconocida no sentí miedo, ni nervios, ni nada de lo que debería haber sentido una persona ante lo desconocido. Al contrario, he sentido una sensación cálida, algo que no debería haber sentido. Me he dado cuenta de que mi sueño no es ninguna imagen procedente de mi imaginación... es un recuerdo. ¿Pero, qué clase de recuerdo?

Decido levantarme y buscar en el ordenador la imagen que he visto en el sueño. No sé cómo hacer la búsqueda. Lo que he visto exactamente es el asta de una bandera en la que destacaba una rosa amarilla sobre un fondo negro, así que decido buscarlo como "bandera negra de rosa amarilla".
Al ver lo que aparece en los resultados de esta búsqueda, me quedo atónita, no soy capaz de mover ni un sólo músculo de mi cuerpo. Después de todo yo tenía razón, nunca he estado loca, ni todo esto ha sido fruto de mi imaginación. Hay algo más detrás de esta historia. He descubierto que es la bandera de un pequeño país llamado Yelrose. Pero, ¿por qué debería recordar yo esto?, ¿qué es?, ¿lo recuerdo por algún trabajo del instituto? No. Si hubiera sido así, me habría dado cuenta. Si es un recuerdo de mi infancia (sé que lo es); no puedo quedarme de brazos cruzados y seguir escondiendo todas mis dudas. Debo ir allí y descubrir qué tengo yo que ver con ese país y por qué mis recuerdos me llevan hasta un lugar tan extraño. 

Ahora intentaré dormir y mañana me levantaré temprano y se lo contaré todo a Simon. Debo decidir qué hacer. No puedo irme así como así. Aunque tengo dieciocho años, no puedo marcharme sin decírselo a mis padres; los mataría del susto, y aunque se lo contara, no me creerían. Pero tengo que hacerlo, así que de momento no puedo hacer nada más que pensar. Después de varias horas pensando y por no quedarme dormida, el sueño me acaba venciendo.

Siento una mano que me acaricia con suavidad la mejilla. No tengo ni idea de qué hora es.
-Hola corazón. Despierta mi niña- es una dulce voz que reconocería en cualquier sitio del mundo: mi madre.
-Mmm... ¿Mamá?
-Sí, cariño. Soy yo. Ayer debías de estar muy cansada porque te has quedado dormida. Son las ocho y media, así que tienes que darte prisa si quieres llegar al colegio.
-¿Las ocho y media? ¡Voy a llegar tarde y tengo examen de lengua!
-Ya lo sé Steph. Precisamente por eso te he despertado. Tu padre se tuvo que ir antes porque le llamaron del trabajo. Así que tendrás que ir andando
-Gracias mamá. Bajaré enseguida. 

Mi madre baja y la oigo preparar el desayuno. Me acabo de vestir y estoy respirando hondo para calmarme. No sé cómo se lo voy a decir a Simon y que no piense que estoy loca.
Bajo las escaleras y me tomo el desayuno rápidamente. Le digo adiós a mi madre y cuando estoy a punto de irme, noto una mano que agarra mi brazo, es la mano de mi madre.
-Stephanie necesito hablar contigo- cuando mi madre utiliza este tono me preocupa mucho.
-Claro mamá.
-Quería hablar contigo antes de que te fueras para que no te preocupes cuando vuelvas.
-¿Qué pasa mamá? Me estás preocupando.
-No, corazón, no te preocupes. Es sólo que a tu padre le acaban de decir que tiene que dar una conferencia en Phoenix; así que estaremos una semana de viaje y no volveremos hasta el domingo. No tenemos a nadie para que se quede contigo ¿Te importaría mucho quedarte esa semana sola en casa? Si me necesitas, no te preocupes, yo tendré el móvil encendido las veinticuatro horas del día.
-Mamá, de verdad, no te preocupes por mí. Estaré bien, tengo diecinueve años, puedo quedarme sola en casa durante una semana. Me tengo que ir.

Me despido de mi madre y ella me da un abrazo muy fuerte. Abro la puerta de casa y salgo a la calle. Noto cómo la luz del sol me produce una sensación cálida, de paz y tranquilidad. Pero no es sólo la luz del sol lo que me produce esa sensación, sino que por primera vez me siento libre. Odio mentirle a mi madre, ya que la quiero más que a nada en el mundo, pero ahora que empiezo a saber algo sobre mi pasado, no puedo parar ni mirar atrás. Debo seguir adelante. Hablaré con Simon, y si él quiere acompañarme en esto, partiremos cuanto antes.

Tengo que hacerlo porque si no lo hago, no sé si alguna vez podré irme y no quiero vivir condenada de por vida a estas dudas.

En el colegio no consigo concentrarme. Cada vez que intento hacer algo vuelve a mi cabeza esa imagen. No debo perder el tiempo. Tengo tan solo una semana, así que debo ponerme a buscar un vuelo y un hotel barato en el que alojarme.

Al volver a casa, como algo mientras busco un vuelo que me lleve a Yelrose. Empiezo por averiguar el nombre de su capital. Creo que es allí donde debo comenzar mi búsqueda. La capital se llama Rida. Cuando estoy a punto de reservar un vuelo me doy cuenta de que no sé cuántos billetes debo coger porque todavía no sé qué me dirá Simon y sobre todo si me creerá.

Por fin me decido a llamar a Simon...
-¿Dígame?
-¡Hola Simon! Soy Stephanie.- digo con voz algo temblorosa por los nervios-.
-¡Hola Steph! ¿Ha ocurrido algo?- me pregunta sorprendido e intrigado.
-No, es sólo que necesito contarte algo. Es importante, así que preferiría hablarlo en persona. ¿Podríamos quedar hoy en el parque?
-Perdón Stephanie, pero hoy tengo mucho que estudiar y hoy no puedo salir- me responde con voz angustiada-¿Pero es muy urgente?
-No, pero querría hablar contigo cuanto antes. ¿Mañana podrías quedar?
-Sí, claro. ¡Mañana nos vemos! ¡Adiós!
-¡Adiós!

Por su voz sé que se ha quedado preocupado. Me siento culpable porque en estos días no hago nada más que mentir y preocupar a las personas que quiero. Pero sólo puedo pensar en una cosa: tengo una oportunidad.


Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 09, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

YelroseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora