Hay diez centímetros de silencio
entre tus manos y mis manos
una frontera de palabras no dichas
entre tus labios y mis labios-Mario Benedetti.
Habían pasado varias horas, ya el cielo logró teñirse de un oscuro pálido, y la pequeña cabaña permanecía en completo silencio, cuando me desperté de golpe, sintiendo el corazón acelerado. Sofi estaba mi lado, durmiendo apaciblemente.
Me desprendí muy lento, procurando no despertarla con los crujidos de la cama y me dirigí a buscar agua dado que tenía la garganta seca. El grifo no tenía más suerte que ésta pero afortunadamente aún quedaban algunas botellas suficientes para los próximos dos días. La situación nos obligaba a salir en busca de agua, antes de morir deshidratados. Pero ¿Por qué surgían estos problemas, en medio de la noche luego de haber encontrado un lugar seguro? Sin duda, algo más me inquietaba, mas las palabras no alcanzaban para explicar terrible sensación que oprimía mi pecho.
Me giré para observar a mis padres dormir abrazados, cubiertos con apenas una manta. Parecían tranquilos, como si sus sueños no fueran terribles. Al menos se daban el lujo de descansar en ellos. Pensé que debía volver a la cama e intentar hacer lo mismo.
Una voz ronca seguida de un dulce rostro, invadió mi aparente calma: Lauren. Necesitaba encontrarla, estrellar mi rostro contra su cuello y sentir su aroma. Debía creer que estaba bien, que no faltaba demasiado para encontrarnos y continuar con nuestro amor pero la inquietud en aquellos momentos, pesaba más que un yunque sobre mis hombros.
No existía peor dolor que estar separada de ella.
De pronto, escuché un ruido proveniente de afuera. Me asomé por la ventana y vi a Greta sentada en una roca, apretándose el rostro para silenciar el llanto.
Sin duda, su situación era peor. Se encontraba alejada de toda su familia, sin tener noticias de su paradero. Multipliqué a Lauren por tres intentando imaginarme lo que estaría sintiendo la señora Williams. No alcanzaban las palabras.
Salí al exterior procurando no hacer ruido, y me senté del mismo modo a su lado. Ella tardó un rato en notar mi presencia y cuando lo hizo, enrojeció de la vergüenza.
- Lo siento, no fue mi intención molestarla –Bajé los ojos, igual de avergonzada. Ella sonrió apenas, sacudiendo la cabeza.
- No es molestia. Espero no haberte despertado.
- No podía dormir –El nudo en el estómago apareció con más fuerza. Greta volvió la vista al frente y lanzó un largo suspiro. Parecía cansada y por un momento me pregunté si había logrado pegar un ojo en toda la noche.
- ¿Qué anda pasando por esa cabecita? –Habló luego de una pausa, fijando la atención más allá de la espesura del bosque.
- Todo y nada a la vez. A veces intento no pensar, continuar anestesiada, ya sabes... y otras, la cabeza no me deja en paz –Me encogí de hombros, abrazando el cuerpo frío con los brazos.
- Me sucede lo mismo. Pensar en mi familia me parte el alma pero sé que sumergirme en la tristeza no me dará las fuerzas que necesitamos ahora –Sonaba coherente su razonamiento. Lo difícil era llevarlo a cabo las veinticuatro horas del día.
Permanecimos otro buen rato contemplando el silencio, notando cómo el sol intentaba asomarse por entre el horizonte y después entramos porque el frío calaba hasta los huesos.
Madre se acababa de levantar, buscándome desesperada por la pequeña cabaña. Me acerqué para asegurarle que estaba bien y nos pusimos en marcha. Sofi aún dormía, lo mejor para ella considerando el riesgo permanente que sentíamos cada vez que afuera un ruido nos sobresaltaba.
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Un amor en tiempos de guerra {PARTE DOS}
Historical FictionSecuela de Un amor en tiempos de guerra.