A Mi Lado

Capítulo 3 - Dolor

Dolor

Después de la cena, había salido corriendo del comedor con rumbo a mi habitación, en busca de alivio a la excitación provocada por lo que había hecho por debajo de la mesa a mi hermano. Sin embargo, ese alivio nunca llegó, porque tan pronto cerré la puerta, a mi cabeza vinieron miles de imágenes que terminaron convirtiéndose en dos horas de profundos pensamientos acerca de lo que estaba haciendo conmigo, de lo loco que me volvía Hae, y de lo que estaba por enfrentar una vez que todo terminara.

Porque todo esto iba a terminar cuando Hae...

El miedo que surgió con ese tipo de pensamientos fue suficiente como para inconscientemente hacerme salir de la habitación  y sin hacer ruido, dirigirme a la de mi hermano.Ya en el pasillo, parado justo frente al gran trozo de madera que me separaba de mi gran amor, mi corazón latía con fuerza casi como si quisiera salir de mi pecho con rudeza; y un dolor desconocido se adueñó de mí, tan sólo de pensar que en un futuro, me encontraría de pie frente a la misma puerta, esperando encontrar a mi lindo hermano en su cama haciendo cualquier cosa como las que él solía hacer antes de que supiéramos que las cosas no estaban bien, encontrando en cambio, un cuarto vacío y abandonado, consumido por las tinieblas y el olvido.

No puedes pensar ahora en eso. Aún no sucede. Debes pensar positivamente. Tienes que ser fuerte.

Me repetí. Pero no podía ser fuerte para mí mismo.

Cerré los ojos con fuerza, tratando de tranquilizarme; pensando en que aún tenía un poco de tiempo a su lado y que haría lo que fuera necesario para hacerle feliz.

Con esa determinación, volví a abrir los ojos y extendí la mano para girar el picaporte.

Un sonido que en el último mes se me había grabado como fuego en la mente, llegó a mis oídos. Era un sonido que cuando lo había descubierto me prometí que lo escucharía en su más grande expresión. Era el sonido de la pasión reprimida de Donghae. Un gemido silencioso que estaba seguro, se había escapado de entre sus labios apretados. Escuché un poco más. El sonido se repitió, pero... había algo raro.

El gemido de frustración que escuché enseguida  me dijo todo lo que quería saber. Yo no era el único que estaba frustrado sexualmente.Sonreí. Con cuidado, giré el picaporte y entré, cerrando la puerta con seguro a mi espalda. En la oscuridad de la habitación, agudicé la vista, encontrándome con el cuerpo cuerveado de mi hermano, mientras metía por su ano un consolador (¡que raro era que él tuviera eso!). Me acerqué sin cuidado de no hacer ruido, a fin de cuentas, tarde o temprano se daría cuenta de mi presencia. Su cuerpo perlado en sudor brillaba por la luz que se filtraba y si darme cuenta, mis manos fueron directo a su espalda y nalgas, una de ellas  resbalando entre sus piernas para tomar el juguete de plástico que sobresalía burlonamente de su agujero, y la otra hasta su miembro casi duro y goteante.

-Así que esto es lo que haces antes de dormir, ¿hermanito? – Dije, sin poder contener las palabras y el tono sensual con las que salieron de mi boca. En mis pantalones, mi miembro se endureció dolorosamente, clamando por alivio. - ¿Acaso me extrañaste tanto que te tocaste pensando en lo que hice en el comedor? Pequeño y sucio Hae.- Mordí su lóbulo caliente y metí la lengua en su oreja, escuchando como suspiraba, sintiendo su cuerpo temblar de deseo.

Como si mi respondiera a su estremecimiento, mi propio cuerpo tembló, mi pene brincó en mis pantalones y mi agujero se contrajo. ¡Era un pervertido cuando se trataba de mi hermano!-No me extrañes más, que ya estoy aquí.- Dije queriendo convencerme más a mi que a él, no de estar en este momento a su lado, si no de mantenerme con él en todo momento de toda la vida que nos restara. Deseaba sostener siempre su mano, sentir el calor de su cuerpo junto al mío... pegado, muy pegado al mío. Lo deseaba con dolor. Moví el juguete en su agujero, imaginando el vaivén de mi miembro en su interior.