Capitulo 4

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Todo ocurrió de una manera inesperada. Los días transcurrieron, y los resultados del forense llegaron. Mis huellas se encontraban en el cuchillo que había atravesado el pecho de Tony. Habían huellas de los dos por todos lados en la biblioteca. Todo apuntaba a lo mismo, todo apuntaba a que yo había asesinado a Tony Miller. Sin embargo, por ley estaba designando que hubiese un juicio. Y así lo sería. Lamentablemente, fui enviada al Centro de detención federal.
Las horas avanzaban, como si el tiempo no existía en aquel lugar. En aquel horrible lugar. Me encontraba rodeada de hombres y mujeres criminales, que a veces vociferaban, lamentándose, riendo, llorando, o simplemente subsistiendo, en total silencio. Así como yo. A veces lloriqueaba por las noches, sin embargo, la mayor parte del tiempo, permanecía enmudecida, deseando que el tiempo transcurriese más rápido de lo que lo hacía. Mientras seguía sumisa en mis pensamientos, un silencio se desvanecía por las carceles, escuchándose solamente el viento soplar con estruendo. 

Cabeceaba, intentando caer en profundo sueño, sin embargo; de un momento a otro un agudo siseo me sobresalto. 

—Pss.. ¡Hey, tú!
—¿Quién anda ahí?— pregunte en voz alta, confundida de la voz que flotaba en el aire.
—¡Aquí!, ¡enseguida de ti!—exclamó la grave voz.
Desorbite mis ojos, mirando hacia todas partes, tratando de encontrar a la persona que me hablaba; divise un pequeño orificio en la pared izquierda de mi celda. Un ojo verde se divisaba observándome. El ojo de un chico—. Creo que ya me viste.
—¿Me conoces? — pregunte, acercándome hacia el orificio que daba al descubierto aquel ojo desconocido.
—Algo así—contesto el chico—. Eres la que asesinó a su novio, ¿cierto?
Lance un pequeño quejido, y negué.
—No. Soy inocente.
—Si, claro. Todos lo somos. En especial en este lugar— dijo el chico, en tono sarcástico.
—¿Y tú? ¿Cuál fue la horrible razón por la que estás aquí? — pregunte, doblando mis rodillas sobre el gélido suelo.
—No estaré aquí para siempre. Solo unos días— repuso el chico. Su cálida voz susurraba, junto el aire que ululaba briosamente, logrando una madrugada lóbrega—. Robé por necesidad, y es por eso que terminé aquí. Sin embargo, sólo estaré por un breve tiempo.— titubeo el chico, con una tristeza que podía percibirse en cada palabra que salía de sus labios.
—¿Necesidad?
—Si. Medicamentos. No lo entenderías.
Una afonía invadió la instalación. El chico de ojos verdes, se apartó del orificio que sobresalía de la grisácea y desgastada pared que nos dividía, y se dirigió hacia su incomoda cama. Hice lo mismo. Los dos nos quedamos en completo sosiego, mirando hacia el techo, bajo una oscuridad, donde los enormes focos, que yacían sobre el techo, parpadeaban, emitiendo una luz anaranjada.
El sueño había cerrado mis párpados. Hasta que, el chico hablo, interrumpiendo el silencio.
—Antes de que te duermas.., quisiera preguntarte una cosa.
—Dime— conteste, medió adormilada.
—¿Cuál es tu nombre?
—Loren. Loren Peters—pude escuchar la sonrisa que se dibujó en su rostro—. ¿Cuál es el tuyo?
—Marcus. Marcus Evans.
Su nombre. Fue lo último que escuche, antes de caer dormidos.
Jamás pensé lo que enfrentaríamos juntos en los próximos días.
Jamás pensé ser parte de la gran aventura que entornaría nuestras vidas, dentro del abismo.

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Irrumpí la madrugada.
Todo comenzó con pequeñas imágenes recopiladas de aquella noche.
Todo comenzó con una pesadilla, la cual era verídica.
El cuchillo, penetrando sobre el pecho de aquel inocente chico.
La sangre escurriendo por su cuerpo.
Su rostro desasosegado, inundado de incertidumbre y tristeza.
Mi dolor y el conflicto luchando tras mi interior.
Sentimientos de culpabilidad y negación.
Todo eso y más, mezclados dentro de una lóbrega pesadilla.
Eso causo, que estallara e irrumpiera en vociferantes llantos de lamento, a media madrugada. Me levanté y comencé a rasguñar las paredes. Pataleaba, gimiendo con intenso dolor. Me estremecía, sufriendo dentro de aquella pesadilla, que no hacía nada más que mostrar mi realidad.

Una oscura realidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora