Adicta

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La mañana había transcurrido con normalidad. Le había estado dando vueltas al asunto pero sabía que tarde o temprano, Mary, se daría cuenta. Pero intentaba convencerme de que él ya se había ido. Pero una parte de mi presentía que no se iría tan fácilmente. Tenía el presentimiento de que lo volvería a ver. Pero aunque deseaba verlo, también sabía que no seria bueno que Mary me viera con él de nuevo; o el simple hecho de hablarle, pues estaba consciente de que no era alguien que fuera exactamente "buena compañía" Pero aun así, esa parte de mi, seguía queriendo verle. Una parte de mi había quedado encantada con la sensación que me producía y me estaba volviendo adicta.

Mary y yo caminamos a casa como siempre y ella parloteo algunas cosas. Pero sus palabras fueron amortiguadas antes de llegar a mis oído. Pues no recuerdo mucho de lo que dijo. Al llegar a casa, hice las compras de la Sra. Duncan y volví a casa sin inconvenientes. Lo admito. Me decepciono no habérmelo encontrado. Lo que me sorprendió fue lo mucho que eso me afecto. ¿Por qué repentinamente me sentía triste? Tenia que hacer algo al respecto. No podía seguir deseando esos encuentros con un chico que no conocía.

Intente distraer me mente leyendo. Y pase todo el resto del día acostada en el sofá leyendo. A pesar de eso, mi mamá se dio cuenta de que estaba muy callada porque me preguntó:

    —¿Paso algo de lo que me haya perdido, Nat?

Su pregunta me sorprendió un poco. Subí la mirada de mi comida y la mire con fingida incredulidad. Negué con la cabeza.

   — ¿De qué hablas? — dije fingiendo demencia.

   —Has estado muy callada desde que llegaste. Soy tu madre, sé que algo te pasa. — dijo dulcemente.

No sabía que decir. Me había descubierto. Dije lo primero que me vino a la mente.

    —Se dice que un chico me quiere invitar al baile y... 

    —Tú estas espantada — asumió interrumpiéndome y asintiendo con la cabeza.

Negué con la cabeza.

  —No— le dije — es que es el chico que le gusta a Mary.

  —¡Ouh! — exclamo mi madre. — en ese caso, tal vez no deberías ir con él al baile.

  —Ese es el problema, ella quiere que vaya con él. — comenté. Y en realidad no lo había pensado a profundidad.

Mamá se quedó pensando un momento. Algo en el asunto le divertía pero no advertí que.

    — ¿Y tú quieres ir con él? — preguntó.

Algo en mi interior se revolvió. Casi tuve ganas de vomitar. ¿Sí? ¿No?

   — No lo sé — confesé incluso para mi misma. 

Mamá sonrió y asintió.

    —Tal vez por allí deberías empezar. — hizo una pausa pero yo sabía que diría algo más  — Nat, a veces debes dejar de pensar en lo que los demás dirán. Sé que tu padre y yo te enseñamos que siempre pensaras en lo que los demás pensarán. Pero cuando se trata de decisiones que de algún modo te afectan más a ti. Debes considerar tus sentimientos también.

Asentí con la cabeza.

Sabía que mi madre tenía razón. Pero ahora eso también me estaba rondando la mente y le sumaba una más a la lista de cosas que me preocupaban.

En definitiva esa noche no dormí demasiado. Me pareció que en el momento en el que concilie el sueño sonó mi despertador. 

No me duche, decidí seguir durmiendo.  Bajé a desayunar con la cara aplastada y el cabello enmarañado. Tenía las ojeras más grande que jamás había tenido y lucía como un zombie.

TroubleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora