1. Primer día, maricón

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Eran las 6;30 del siguiente día, una alarma despertó a todos, era insoportable. Él chico extraño se había pasado la noche en vela, le habían llevado a un interrogatorio para que pudieran saber todo sobre él. También le estuvieron explicando como funcionaba esa base, sus reglas, sus distintas habitaciones, sus rangos y sus horarios, pero los horarios importaban menos, eso variaba dependiendo de las actividades que hubieses escogido.
A pesar de lo poco social que pareciese, le pidió ayuda a Mono, porque era con él único chico de su edad con él que había hablado.
-Hey, perdón por lo de ayer, tuve un mal día. Me han explicado como funciona esto pero todavía no me oriento mucho, ¿podrías...?
-Claro. Oye, ¿qué cojones es eso que llevas en la cara?
-Es una máscara.
-¿Para que la llevas en la base?
-Me gusta llevarla, me da confianza. De todos modos nadie que esté en esta base tiene ropa "normal".
-Bueno, hay gente que prefiere llevar esas pintas porque es una muestra de que aquí tienen libertad. Otras las llevan porque dicen que es su forma de pensar, pero no creo que sea la ropa lo más importante de una persona.
-Supongo. ¿Dónde se desayuna?
-Él comedor está en él pasillo de la derecha, es imposible perderse porque puedes oler la comida.
-Me dijeron que había diferentes horarios para las personas, ¿eso qué significa?
-Significa que aquí haces lo que quieras, las clases se dan a todas horas, de todo tipo.- extendió la mano derecha, con la que agarraba un papel un poco arrugado y viejo- esto es un mapa de los lugares donde se dan las clases y él tipo de clases.
-Vaya, gracias.
-Yo ahora tengo que irme, puedes dormir en la habitación que está marcada con una X en él mapa, es también mi habitación.

Mono siempre había ayudado a los demás sin esperar nada mas que un "gracias". Era un buen chico.
Decidido a escoger clases para tener algo que hacer mientras estuviera ahí, buscó la habitación donde había marcado como "relojería" que en realidad era una clase donde enseñaban a desmontar armas y bombas. Usaban una jerga bastante extraña.
Cuando llegó a aquella habitación, nadie se giró a mirarle, era algo extraño, normalmente cuando alguien abría una puerta se le observaba por él ruido que hacía. La mayoría eran como él, eran niños. Había un señor con traje de soldado que estaba enseñando a como desmontar y volver a montar un arma.
-Toma asiento, coge un arma y empieza a desmontar, si no sabes te enseñaré. - dijo el soldado dirigiéndose a aquel chico.
-Voy.- dijo él asustado. Se sentó, cogió una ametralladora ligera y la intentó desarmar sin ningún logro.
-No sabes, ¿verdad?
-Esto... No.
-Presta atención,- dijo él soldado cogiendo él mismo modelo de ametralladora que había cogido él - primero quitas el cargador, luego así y... Ya está, sencillo, ¿no?
-Vale, dejame intentar... ¿Así?
-Suele dar mas resultados si usas la cabeza. ¿Sabes montarlo?
-Dejame intentar... Creo que ya sé - dijo él mientras colocaba las piezas.
-Está bien pero... Tienes que colocar las piezas. Mira, si no las juntas bien el arma se podría desmontar en el área de batalla.
-Vale vale.

Salió de esa clase sabiendo como quitarle las piezas a escopetas, ametralladoras y lanzagranadas. Ni el sabía muy bien por qué había elegido esa clase, pero le gustó. Después visitó una clase física, trataba de como moverse en un campo de batalla, pero en el mapa estaba marcada como "discoteca". Su forma de relacionar las cosas era muy extraña, pero efectiva. Esa jerga la usaban para que ningún soldado de otro cuartel o de otro rango les entendiese.
Entró en esa habitación y vio muchas vallas, paredes enormes y alambre de espinas por todos lados. Lo que mas le sorprendió fue que en esa clase no había nadie que enseñara, ningún soldado de grado superior ni nada parecido.
-¿Qué haces aquí parado?- le preguntó un chico que entró un minuto después de él.
-Estaba observando... ¿Ese alambre es necesario? Sinceramente, no creo que pueda...
-Pues vete a esa esquina, ahí podrás mirar todo lo que te plazca, maricón.
-¿Cómo que "maricón"?
-Si no puedes con ejercicios básicos puedes irte, pero si no les haces serás un maricón.

Ese chico empezó a correr y a saltar, esquivaba todo tipo de paredes o de trampas que había en esa sala. Se sabía el circuito de memoria, se movía como si nada y saltaba dos metros sin problemas.
Después de ver eso se quedó pensando. Estaba en una base especial donde las personas aprendían a luchar. Si el no aprendía... ¿Seguiría estando ahí?
Pronto le entró el hambre y se fue a el comedor principal, cogió una bandeja y la llenó con ensalada y pan. Se sentó en la mesa donde estaban Xen, Cat y Mono, los cuales le miraban sorprendido al oír que él quería sentarse a su lado después de mandarles a la mierda el día anterior.
-Pues... Venga vale, sientate aquí. -dijo Xen señalando la silla que estaba a su lado.
-Gracias, y perdón por lo de ayer, tenía un día malo.
-Pues la próxima vez que no me contestes te meto tal ostia en la jeta que podrán leerme el futuro mirándote a la cara.- dijo Cat.
-No te preocupes, es muy agresivo.- dijo Xen- Al final no nos dijiste tu nombre.
-En realidad prefiero no decir mi verdadero nombre... Vosotros os poneis motes, ¿no?
-Sí, ¿tu también quieres uno? ¿No te han puesto ninguno ya?
-Pues... Hay un chico que me llamó maricón, pero...
-Te diré como se ganan aquí las cosas. Verás, tienes que ser tu mismo y alguien te pondrá un nombre. Por ejemplo, a Cat le llamamos así porque se cabrea mucho, enseña mucho sus garras. Además es muy bueno con cualquier tipo de cuchillo, por eso le pusimos ese mote.
-¿A ti que tipo de apodo te gustaría tener?- preguntó Mono.
-No lo sé.

En ese momento les interrumpió un veterano que le puso una mano en el hombro a el chico y le dijo: Tienes que tomarte unas pastillas, con esto mejorará tu dolor de cabeza. Tomatelas después de cada comida y si te duele mucho la cabeza también te las puedes tomar. Pero cuidado porque son algo tóxicas.
Dejó un botecito de unas 20 pastillas encima de la mesa y se largó con las manos a la espalda, entrecruzadas entre sí, tocándose un codo con los dedos de la otra mano.
En el bote de pastillas había unas siglas escritas con un rotulador negro permanente, K.N.O.T. que significa Keterm Nítido Oxigenado Tóxico. Eran unas pastillas que calmaba el dolor de cabeza para las personas que tenían cierta enfermedad que hacia que los recuerdos se desvanecieran a velocidad de vértigo, además, no te dejaba pensar con claridad.
-Tio, ¿qué mierda es esto?- preguntó Cat- ¿KNOT?
-Yo tampoco lo sé... ¿Las debería de tomar?
-Sí, aquí la gente se ayuda mutuamente, si ese veterano te lo ha dicho es por algo.
-Está bien, ¿puedo cogerte un poco de agua Xen? Es que yo me he bebido la mía...
-No pasa nada hombre, coge un poco- digo Xen agarrando su baso y acercándoselo.
-Puede que... ¿te gustaría Knot como apodo?- sugirió Mono.

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