Tú y yo
solíamos estar juntos
cada día juntos, siempre...
Se repetía una y otra vez, tratando de convencerse de que eso era suficiente para seguir adelante y pasar por encima de toda esa situación. Admitir que todo iba más allá de un problema pasajero... No quería admitirlo; sin embargo, sus manos temblaron leves mientras las entrelazaba, intentando pretender cierta seguridad.
Sonrió de lado, de una manera triste e irónica. Negarlo parecía fácil si estaba solo, si no veía la realidad frente a sus ojos, si nadie le decía lo que muy en el fondo resultaba ser una verdad a gritos: la situación estaba llegando a un punto donde no existía retorno.
Escuchó la puerta al abrirse. Su cuerpo se tensó al compás de los pasos que se acercaban; no necesitó preguntar la identidad de la persona, fue inútil cuando el recién llegado se anunció con una voz apagada, sentándose después cerca de él, negándose a hacer contacto alguno.
Quería sonreír, dándole la bienvenida, abrazarlo y besarlo como lo hacía tiempo atrás cada vez que lo veía tras un periodo de ausencia. Pero lo único que hizo fue conservar la compostura inicial, abstraído en sus propios pensamientos, esperando que estos lo protegieran.
Siendo en vano...
Parece como si permitieras que continúe.
Y si es real, bien, no lo quiero saber.
No, no era cierto. Él ya lo sabía, lo supo desde el momento en que sintió algo dañarse de manera casi imperceptible. Aún así, guardó silencio, ignorándolo, dejando que poco a poco ese "algo" creciera sin que él intentara enfrentarlo, sin que ninguno de los dos se percatara de ello, hasta que al final estalló.
Quiso mirarlo, ver si éste reaccionaba y si de la nada le mostraba una de esas sonrisas que antes iban dirigidas en exclusiva hacia él. Quería escuchar su voz modulando aquellas palabras, tan usuales tiempo atrás, que extrañaba oír: "todo está bien".
No pudo hacerlo, apenas llegó a contemplar los pies que trataban de acompañar los suyos. Se sintió cobarde de no poder alzar siquiera la mirada, como si fuera el culpable de llegar al punto donde se encontraban. Y ahí, en ese frío silencio, lo comprendió. Las palabras que ambos pronunciaron horas atrás no fueron por un simple ofuscamiento, ni fueron accidentales, cada una de ellas, aunque fueron dolorosas, también fueron ciertas.
Ese "algo" que creyó estar dañado ya no lo estaba, estaba destruido. Destruido de tal manera que creía no tener fuerzas suficientes que lo ayudaran a restaurarlo. Por eso prefería ser indiferente a ello, cosa que resultaba muy fácil hasta que KyuHyun aparecía.
Respiró profundo. Apenas había pasado unos minutos, aunque lo sintiera como una eternidad. Se acercaba el momento de romper el silencio, de dejar esa actitud ignorante y ausente; ya llegaba la hora de hablar o al menos comunicar eso que la pesadez de la soledad revelaba a gritos sordos.
Separó suave sus labios sin pensar mucho en lo que saldría de ellos y volvió a intentar encontrar la mirada de Kyu. Notó que su voz estaba ronca por las horas en silencio, emitiendo con las justas un ligero ruido. Intentó aclarar su garganta, deseando que su mente lo hiciera también; de pronto, sintió una leve presión en su pierna. Vio la mano de Kyu posada en ella.
—¿Estás bien? —Fue lo único que el menor dijo. DongHae alzó su mirada. En cualquier otra circunstancia, esa pregunta le hubiera parecido la más ridícula del mundo, en ese momento no. Ya no había forma adecuada de comenzar una conversación.
Era obvio que no estaba bien, cualquier ser humano sobre la faz de la tierra se daría cuenta de eso. Y una sensación de culpabilidad comenzó a invadirlo ¿Cómo se sentía KyuHyun? Esa fue la pregunta que nunca se había hecho, ya que siempre se autoimponía suposiciones acerca de ello cuando intentaba salir a un mundo paralelo.
Kyu ya había dicho algunas cosas, pero Hae no creía que fuera todo. Existía mucho más de lo que ambos querían aceptar. Y él se limitó a permanecer las últimas semanas centrado en sí mismo y sus dilemas, olvidándose de que la persona que amaba –o que amó– también estaba pasando por lo mismo.
Quiso tomar la mano de Kyu y corresponder aquel gesto de preocupación; sin embargo, al igual que la vez anterior, su actuar quedó en un intento nulo ¿En qué momento esos simples detalles y muestras de afectos se volvieron tan ajenos a él? No sabía y lo odiaba. Detestaba resignarse a que eso pasara.
—Estoy agotado —dijo, girando hacia el menor, manteniendo la vista en un punto que no fuera él—. Solo agotado —habló con sinceridad, sorprendiéndose al percatarse que esa frase pudiera encerrar tantas cosas—. Agotado de todo.
—¿Incluyendo nosotros? —Hae abrió los ojos al escucharlo y fijó su mirada en Kyu. Pudo notar su expresión cansada y seria.
Sí, estaba cansado. Estaba agotado. Exhausto de que los momentos sublimes en donde acababan abrazados, diciéndose con la mirada cuán importante eran el uno para el otro, se volvieran recuerdos muy lejanos, siendo reemplazados por momentos parecidos a los que tenía frente a sí.
Agotado de que aquél lecho, en donde noches pasadas se demostraron cuánto se amaban por medio de caricias y besos que no tenían fin, se convirtiera en un lugar donde apenas y dormían juntos, imitando lo que sería una pareja. Estaba muy agotado por la actitud de ambos, por cómo se dejaron llevar a ese extremo. Esa pregunta tenía una respuesta muy clara.
La verdadera pregunta que apareció en Hae y que sentía que a partir de ella dependía el destino de su relación, era: ¿Amaba lo suficiente al hombre que tenía a su lado como para luchar por su relación?
No apartó la mirada de KyuHyun. Este aún se mantenía en la misma posición, esperando la respuesta que no llegaba. DongHae lo contempló, convencido de no poder ordenar sus ideas, de lo inútil que resultaba quedarse pensando y meditando la respuesta.
Escuchó su suspiro impaciente llenando la habitación y fue acortando la distancia entre ambos. Lo tomó del rostro con delicadeza, como si temiera hacerle daño, y comenzó a besar, a saborear sus labios con suavidad y tratar de memorizar ese sabor que creía olvidado.
Kyu tardó un poco en reaccionar, uniéndose poco a poco a esa danza mientras se aferraba a la cintura de Hae. Este último comenzó a poner presión en el torso del menor, recostándolo en el sillón.
Lo besaba como nunca lo había hecho, lo deseó como nunca antes y además se sintió deseado. Las caricias adquirieron intensidad y ambos se dejaron llevar. Olvidaron el papel de extraños y tomaron el papel de amantes.
DongHae lo besaba y acariciaba, tratando de compensarlo por lo pasado. Se entregaba a él, no por querer demostrarle cuánto lo amaba, sino queriendo demostrarse a sí mismo si lo que sentía por ese hombre seguía siendo genuino. Quería comprobar si podía ser capaz de responderse a la última pregunta que se había formulado...
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Ocean Game: Oneshots KyuHae
FanfictionEl Juego del Océano. El océano puede ser hipnotizante, encantador y hechizante, esperando pacientemente por alguien quién se atreva a caer en sus redes y que esté dispuesto a entrar en su juego. Esa podría ser la premisa que describiría a KyuHyun y...