Era la mañana del sábado, después de que Nekko recibiera el mensaje, se tomó una ducha, aunque pensó:
- No se ni para que me ducho si de todas formas luego acabaré sucio.
Pasaron las horas y las horas y los padres de Nekko salieron, 5 minutos despues alguien llamó a la puerta. Era Pedro y esta vez traía algo con el.
-Buenas tardes mi princesito, hoy vamos a jugar a algo.
Nekko asentó con la cabeza y se fueron a la habitación.
Pedro comenzó a sacar cosas de una mochila que había traído, primero, una cuerda para atar a su princeso a la cama; lo ató y le puso un pañuelo en la boca para que no causara tanto escándalo al gemir.
También sacó un látigo y empezó el juego. Pedro fue a la cocina y trajo consigo un cubo con hielos, apagó la luz y encendió una luz roja que le daba a la habitación un aire muy erótico, se desnudó y acto seguido desnudó a Nekko rápidamente, sacó del cubo un hielo y empezó a resbalarlo por el pene de Nekko haciendo que este se retorciera y soltara un forzoso gemido, no podía hablar Ya que tenía el paño en la boca, le metió un hielo por el ano causándole un escalofrío que calentó a Pedro también, así un par de veces más hasta que decidió embestirle, cada movimiento era más fuerte, metía y sacaba su enorme y dura polla sin parar al son del mar.-Oh dios, tu culo ahora se siente tan frío y tan placentero.
Los hielos seguían ahí dentro y empezó a chuparle el pene lentamente, aquello parecía una tortura y Nekko no paraba de gemir hasta correrse, el ano le empezó a palpitar y los cubitos de hielo salieron por si solos, pero Pedro no se había corrido así que desató a Nekko y le obligó a chupar su erección.
De repente, sonó el timbre.