Un clan insignificante

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Guerreros de las sombras, ninjas, shinobis... llámalos como quieras, muchas son las historias que giran en torno a ellos. ¿Son demonios? ¿brujos? ¿super-hombres quizás?... ¿Y qué propósito tienen?
Se tiene conocimiento de que algunos servían a señores, unos ofrecían sus servicios devotamente, otros, en cambio, ponían sus habilidades a manos del mejor postor, los hay también quienes según su estrategia, podían llegar a asesinar fríamente a quien tiempo atrás habían defendido con su vida, sólo porque "de momento resulta mas útil vivo".
Es muy difícil saber sus verdaderas intenciones, así los señores que recibían sus servicios tenían derecho a desconfiar de ellos. Este temor hizo que se pensara en eliminarlos, al menos, a los que podrían resultar traidores en potencia.
De este modo, un señor tenía dudosa confianza en el clan Yonaka, un clan casi insignificante que se encontraba en una remota aldea de no mas de 30 habitantes
"No debemos dejar que los Yonaka cobren fuerza y puedan llegar a revelarse, eliminemos el problema de raíz, destruid ese clan ahora que es pequeño y débil"
Los Yonaka vivían humildemente, la mayoria de los miembros eran mujeres. De entre ellas, gran parte eran adiestradas para convertirse en kunoichi*. Los hombres en cambio tenían una formación militar ruda, aspirando a ser peones en las batallas...
Las mujeres conseguían llevar la aldea para adelante con su "oficio" de kunoichi, además de trabajar en las cosechas y realizando sus labores domésticas. Son mujeres admirables comparadas con los hombres que sólo se preocupaban por su crecimiento militar, que además afirmaban ser los protectores de la aldea, ignorando la importancia del papel que desempeñan las kunoichi.
En esta aldea se encuentra Mamoru, un crío de frágil aspecto, objeto de mofa para los hombres, enternecedora persona para las mujeres. Mimado y cuidado por éstas, pasa el día ayudándolas con las labores, muchas veces escaqueándose de su entrenamiento sólo para estar con sus queridas "hermanas".
"De mayor me convertiré en un guerrero que pueda protegeros a todas" Siempre afirmaba el pequeño Mamoru. Los guerreros le tachaban de debilucho y un inútil para la batalla, mientras que sus hermanas le sonreían acariciándole la mejilla diciendo que el pequeño hacía más por ellas que cualquier otro hombre.
Una aldea tranquila... hasta que sin darse cuenta se convirtió en objetivo de un señor. El día de su eliminación había llegado, y sus habitantes hacían su día normal desconociendo su destino...
La mayoría de los guerreros habían sido llamados para un supuesto trabajo de escolta... fueron emboscados fácilmente y eliminados sin problema.
Los demás habitantes se encontraban en sus labores. En ese momento Mamoru holgazaneaba tumbado, se deleitaba con sus vistas, ni una nube osaba manchar el azul infinito que brindaba ese día, cerró los ojos respirando la suave brisa, sintiéndose a gusto en su hogar, con su gente, sus hermanas, su tranquilo modo de vida... ignorando lo que se avecinaba...
Abrió los ojos perezosamente, con la intención de deleitar de nuevo su vista, cuando vio algo brillante arañando el cielo, una flecha envuelta en fuego trazaba un arco ante la vista del chico, se clavaba violentamente en la madera de un tejado y empezaba a extender sus llamas.
Impresionado, el chico no sabía reaccionar, miraba perplejo cómo se extendía el fuego, escuchó varios silbidos a lo lejos, giró su cabeza hacia ellos y vio cómo una ráfaga de flechas incendiadas teñían el antes inmaculado cielo.
Su cuerpo no respondía, sólo miraba con la boca entreabierta y las piernas temblorosas la escena. De pronto una multitud de gritos estallaba en la aldea, algunas de sus hermanas corrían hacia Mamoru. "¡¡Corre, corre!! ¡¡Escondete, sálvate!!"... Pero las piernas de Mamoru no hacían caso, sus ojos miraban a sus hermanas buscando una respuesta a lo que estaba sucediendo.
Una de ellas lo cogió violentamente, llevándoselo en brazos y huyendo lejos de la aldea. El chico escuchaba desgarradores sonidos de gritos y metal mientras se alejaba con sus hermanas.
Las mujeres que huían habían sido descubiertas, eran perseguidas por soldados a caballo, una a una iban siendo alcanzadas y cayendo ante las armas de los perseguidores. Entre ellas se turnaban al chico de modo que siempre fuese en brazos de la primera.
Algunas les hicieron frente en su último estertor, sólo pudieron llevarse la vida de un jinete y mellar la armadura de otros... La última superviviente corre ya casi sin aliento con Mamoru en shock a cuestas, tiene ya varias heridas de haber resultado casi alcanzada, corre desesperada hasta que se topa con un acantilado, frena en seco, mira abajo y vuelve la vista. Los soldados andan sobre sus caballos lentamente, sonriendo mientras la rodean.
Los ojos del chico piden una explicación, su cuerpo sigue sin reaccionar. Su protectora lo mira por última vez con lágrimas en los ojos, sangre en su mejilla y una frágil sonrisa en su boca. Alza la vista desafiante a sus enemigos, cuando uno de ellos se dispone a atravesar el cuerpo de la mujer, ésta salta al vacío envolviendo al niño con su cuerpo. Los jinetes miran abajo, "No ha podido sobrevivir", dan media vuelta y regresan con su señor.
La aldea ha sido arrasada con éxito, no hay supervivientes... El clan Yonaka ha sido eliminado.


*Kunoichi: Mujer ninja. Aunque pueda sonar feo, literalmente Ku-no-ichi significa "un agujero más" (si amigos, hace referencia a la vagina) Por lo que generalmente son conocidas por usar técnicas de seducción facilitando el trabajo de espia/asesinato...

Tengu ni naruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora