- Te amo - me dijo dulcemente en la oscuridad.
- Yo también - le respondí.
Pobre... por la oscuridad de la habitación no se dio cuenta de que yo no era quien él creía, y en mi otra mano ya tenía la daga que lo traería a mi Lado por siempre.
- Te amo - me dijo dulcemente en la oscuridad.
- Yo también - le respondí.
Pobre... por la oscuridad de la habitación no se dio cuenta de que yo no era quien él creía, y en mi otra mano ya tenía la daga que lo traería a mi Lado por siempre.