Celos

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Gonzalo sonreía con un brillo en sus ojos que no podía ocultar. En cambio, la cara de Tomás se nubló. Esperanza pensativa todavía, lo saludó con un gesto tímido. Gonzalo no era como Nicolás, un chiquilín caprichoso y obsesivo. Esto era lo que a Tomás mas le preocupaba.

- Esperanza, te vi en la plaza...

-¿Si? No lo vi, estaba distraída.

-Si, estabas con el "doc". ¿Todo bien?

-Por supuesto, me contaba sobre la campaña de vacunación en el barrio. Todo marcha como esperábamos.

-Es un gran tipo este doc ¿verdad? Parece que no se le escapa nada- dijo Tomás tratando de leer en la cara de Esperanza la respuesta.

-Es una gran persona, los chicos y madres del barrio lo quieren mucho, pasa casi todo el día ahí.

En el convento, Esperanza sigue administrando la Fundación. Tomás viajó a Roma y volvió con una carga mayor, mas trabajo, mas responsabilidad, estar con su amor es un anhelo que se aleja cada día mas. El compromiso con su gente, con los mas necesitados es muy fuerte, pero a la vez se va consumiendo ese amor que lleva dentro.

Gonzalo llegó al convento con un listado de materiales que necesita para realizar su trabajo en el barrio. Tomás le da la mano, una mano sudada, nerviosa. Ha visto las miradas que el joven doctor cruza con Esperanza, él está encantado con ella y la ex novicia en verdad lo admira. El obispo se quema por dentro, siente dolor y desesperación, ¿perderá a Esperanza? Ya sintió ese temor con Nicolás, pero ahora tiene un rival a su medida. Ni siquiera puede odiarlo, lo respeta.

-¿Necesitas algo mas Gonzalo? Te hemos enviado ahora mismo al puesto sanitario todo lo que solicitaste. Contá en todo con la Fundación, valoramos mucho tu esfuerzo.

-Gracias Monseñor, se que cuento con ud y con la Fundación.

-Bueno, te acompaño- Tomás hace un gesto con la mano para acompañarlo hacia la puerta.

-No, esta bien,-dice Gonzalo confundido-voy a esperar un momento a....Esperanza. Ya que no tenemos enfermera ella me ayuda con el control de los niños, los pesa y mide y de paso los mima!- sonrió nervioso por la mirada estresada del obispo. Es genial!

La joven apareció repentinamente y algo desafiante, mirando a Tomás a los ojos y con el mentón alto, dijo:

-Ya estoy lista, ¿vamos?

-Apurémonos porque hay mucha gente que nos está esperando-afirmó Gonzalo-. Le tendió el brazo a Esperanza y amablemente se retiraron ante la mirada atónita de Monseñor que apretó su puño contra la pared en una secreta descarga de celos acumulados.

De los ojos de Tomás saltaban lágrimas que desesperado trataba de esconder. La perdía, la estaba perdiendo y los recuerdos lo confundían mas y mas.

Detrás del hábitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora