EL ROMANCE CON EL HIJO DEL REY

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Al cabo de algunos años, sucedió que el hijo del Rey, encontrándose en el bosque, acertó a pasar junto a la torre y oyó un canto tan melodioso, que hubo de detenerse a escucharlo. Era Verdezuela, que entretenía su soledad lanzando al aire su muy dulce voz. El príncipe quiso subir hasta ella y buscó la puerta de la torre, pero, no encontrando ninguna, se volvió a palacio.

No obstante, aquel canto lo había encantado de tal modo, que todos los días iba al bosque a escucharlo. Hallándose una vez oculto detrás de un árbol, vio que se acercaba la hechicera, y la oyó que gritaba, dirigiéndose a lo alto:

"¡Verdezuela, Verdezuela,
Suéltame tu cabellera!"

Verdezuela soltó sus trenzas, y la bruja se dirigió a lo alto de la torre.
-"Si ésta es la escalera para subir hasta allí,"- se dijo el príncipe, "también yo probaré fortuna"-
Y al día siguiente, cuando ya comenzaba a oscurecer, se encaminó al pie de la torre y dijo:

"¡Verdezuela, Verdezuela,
Suéltame tu cabellera!"

Enseguida descendió la trenza, y el príncipe subió.

En el primer momento, Verdezuela se asustó mucho al ver un hombre, pues jamás sus ojos habían visto ninguno. Pero el príncipe le dirigió la palabra con gran amabilidad y le explicó que su canto había impresionado de tal manera su corazón, que ya no había gozado de un momento de paz hasta hallar la manera de subir a verla. Al escucharlo Verdezuela perdió el miedo, y él le preguntó
-Te gustaría tenerme por esposo-
viendo la muchacha que era joven y apuesto, pensó,

-"Me querrá más que la vieja"- le respondió, poniendo la mano en la -"Sí; mucho deseo irme contigo-

-pero no sé cómo bajar de aquí-Le respondió el.

-Cada vez que vengas, trae te una madeja de seda; con ellas trenzaré una escalera y, cuando esté terminada, bajaré y tú me llevarás en tu caballo."-

Convinieron en que hasta entonces el príncipe acudiría todas las noches, ya que de día iba la bruja. La hechicera nada sospechaba, hasta que un día Verdezuela le preguntó:

-"Decidme, tía Gothel, ¿cómo es que me cuesta mucho más subiros a vos que al príncipe, que está arriba en un santiamén?"-

-"¡Ah, malvada!"- exclamó la bruja, -¿qué es lo que oigo? Pensé que te había aislado de todo el mundo, y, sin embargo, me has engañado."-
Y, furiosa, cogió las hermosas trenzas de Verdezuela, les dio unas vueltas alrededor de su mano izquierda y, empujando unas tijeras con la derecha, zis, zas, en un abrir y cerrar de ojos se las cortó, y tiró al suelo la espléndida cabellera. Y fue tan despiadada, que condujo a la pobre Verdezuela a un lugar desierto, condenándola a una vida de desolación y miseria.

El mismo día en que se había llevado a la muchacha, la bruja ató las trenzas cortadas al gancho de la ventana, y cuando se presentó el príncipe y dijo:

-"¡Verdezuela, Verdezuela,
Suéltame tu cabellera!"-

la bruja las soltó, y por ellas subió el hijo del Rey. Pero en vez de encontrar a su adorada Verdezuela se encontró cara a cara con la hechicera, que lo miraba con ojos malignos y perversos:
-"¡Ajá!"- exclamó en tono de burla, -"querías llevarte a la niña bonita, pero el pajarillo ya no está en el nido ni volverá a cantar El gato lo ha cazado, y también a ti te sacará los ojos. Verdezuela está perdida para ti; jamás volverás a verla."-

El príncipe, fuera de sí de dolor y desesperación, se arrojó desde lo alto de la torre. Salvó la vida, pero los espinos sobre los que fue a caer se le clavaron en los ojos, y el infeliz hubo de vagar errante por el bosque, ciego, alimentándose de raíces y bayas y llorando sin cesar la pérdida de su amada mujercita. Y así anduvo sin rumbo por espacio de varios años, mísero y triste, hasta que, al fin, llegó al desierto en que vivía Verdezuela con los dos hijitos los dos hijitos gemelos, un niño y una niña, a los que había dado a luz. Oyó el príncipe una voz que le pareció conocida y, al acercarse, reconociólo Verdezuela y se le echó al cuello llorando. Dos de sus lágrimas le humedecieron los ojos, y en el mismo momento se le aclararon, volviendo a ver como antes. Llevóla a su reino, donde fue recibido con gran alegría, y vivieron muchos años contentos y felices.

RAPUNZELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora