Parte Tres

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Habían terminado de recorrer la parte baja de la casa y para suerte de Lucia no habían encontrado nada, claro que con eso se referían a algo relacionado con la leyenda, porque si contaban con el polvo, ratas y telarañas, podían haber ganado un premio.

-Bien, ya hemos recorrido la casa, ¿Nos vamos? – Preguntó Lucía rogando porque su amigo dijera que sí.

-Todavía nos queda la planta alta, donde están las habitaciones. Ahí es donde todo sucede, supuestamente claro está.

-Y por qué me hiciste conocer el comedor, la sala y la cocina del lugar entonces – Dijo irritada.

-Si vas a vivir una experiencia, no puedes hacerlo a mitades – Se encogió de hombro y Lucía lo fulmino con la mirada – Oh vamos Lu, no me mires así, prometo que cuando salgamos de aquí te llevare a la feria.

-Perfecto al menos tienes la esperanza de salir – Dijo rodando los ojos y subiendo junto a Alexander las escaleras caracol.

........

Tres puertas de madera totalmente desgastada, las paredes estaban llenas de manchas de humedad y una enorme mancha roja se hallaba en medio del largo pasillo.

-De acuerdo, acabamos de cruzar el portal a la otra dimensión – Dijo Alex sorprendido – Esta parte no se parece nada a la de abajo.

-Pues tal vez la leyenda si sea cierta y alguien en realidad murió aquí.

-Pues eso explicaría mucho.

-¿Aun quieres seguir? – Cuestionó nerviosa.

-Si tú no tienes ningún problema sí – Contestó sonriendo.

La chica asintió con desgano, Alex tomó su mano y juntos se encaminaron a la habitación perteneciente a Ludmila, la única niña del matrimonio.

La madera del piso resonó al momento en que pusieron un pie en la pequeña habitación. Una cama individual cubierta por un velo, estantes llenos de libro y una foto colocada sobre la mesita de luz era lo que más resaltaba.

-Me parece que es ella, Ludmila – Habló Alex sosteniendo la foto.

-Seguramente.

-En verdad no creo que la chicha busque venganza, ni que la casa esta maldita – Alex suspiró – Regresemos a la feria.

Lucia asintió feliz encaminándose a la puerta pero antes de que pudieran poner sus manos sobre la perilla de la puerta una voz profunda les heló la sangre.

No pueden irse, sin antes jugar

HalloweenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora