Halloween

Parte Cuatro

Los ojos verdes y marrones de los dos adolescentes se encontraron, ambos reflejaban lo mismo, un miedo infernal. Se habían metido en problemas y lo tenían bastante claro.

Volteen de una maldita vez. No podrán escapar de todos modos.

Ambos chicos tragaron saliva y obedecieron.

Una hermosa niña, blonda y con el cabello rizad estaba sentada en la cama frente a ellos.

Bueno supongo que mi nombre lo saben pero igualmente me voy a presentar. Soy Ludmila ¿Ustedes?

-Me llamo Lucía y el chico a mi lado se llama Alex.

¿Qué hacen aquí? Acaso no les enseñaron que jugar con los muertos esta mal.

Ninguno respondió, Lucia pudo observar como Alex bajaba la mirada al suelo con aquellas palabras, ella se lo había advertido.

Oh solo son unos tontos adolescentes que quieren un poco de emoción y adrenalina en su vida. Pues buscar eso aquí fue su primer error.

Las cortinas de la habitación comenzaron a moverse violentamente, la niña se levantó de la cama y comenzó a caminar lentamente hacia nosotros.

Les haré una pregunta ¿Estaban cocientes de la leyenda cuando entraron?

Alex apretó fuertemente la mano de Lucia en un intento de trasmitirle tranquilidad.

-Sí – Respondió Alex en un susurro – Pero, no es culpa de Lucía, ella no quería estar aquí, me acompañó porque la convencí y porque es una gran amiga. Déjala ir al menos a ella.

Los ojos de Lucia buscaron desesperadamente los de Alexander, sabía que lo único que él quería era mantenerla a salvo, sin embargo no estaba en sus planes dejarlo solo allí.

En serio crees que me voy a tragar ese cuento niñito. Entiendo que ames mucho a tu novia, pero las reglas son las reglas y no si ella entro contigo te a tienes a las consecuencias.

-Por favor – Suplicó el peli negro.

Está bien – Dirigió su mirada a Lucia – Cariño es tu día de suerte te dejare salir, disfruta de tú vida y recuerda a tú amigo porque a él no le queda mucho de la suya.

-No pienso dejarlo aquí.

-¿Qué mierda está haciendo? Tienes la salida, vete de una vez. – Susurró Alex mirándolo.

-Te prometí que pase lo que pase no te dejaría – Respondió encogiéndose de hombros.

-Y yo prometí que nada te pasaría.

Lamento interrumpir su adorable escena. Pero o sales ahora o cierro la puerta.

-Me voy a quedar.

Lo que la señorita ordene.

La puerta volvió a cerrarse provocando un ruido ensordecedor y a al segundo todo se volvió negro.

El cuerpo de Lucia dolía como si miles de agujas hubieran traspasado su piel. La niña los estaba torturando y sin el menor de los esfuerzos.

-¿Solo dime porque haces esto?

Estoy cansada de esto de la maldición. Mi padre estaba loco, yo simplemente era una niña, no comprendo porque tuve que cargar yo con el castigo y no él.

-¿Entonces es cierto? – indagó Alexander.

No completamente, pero se acerca un poco.

-¿Qué cambia? – Preguntó Lucia.

Pues yo no me quede aquí porque buscara vengarme. Mi padre no vale eso, no vale nada en lo absoluto. Me quede aquí para cuidar la casa.

-¿Hay una manera de liberarte? – Volvió a cuestionar.

Claro que la hay preciosa paro no estarías dispuesta a pagar ese precio

-¿Cuál? Dime cual es la manera y deja de torturarnos.

Deben tomar mi lugar. No es mucha ciencia, se nota que ves pocas películas.

-Lo haré, pero con la condición de que hagas todo lo aun puedas para que Alexander salga de aquí con vida.

¿Estás hablando en serio? Es un trato.

-¡¡Claro que no está hablando en serio!! – Gritó Alex – ¡¡Y si lo estás haciendo por favor piénsalo mejor!!

-Te juro que te amo Alexander, como más que un amigo, lo daría todo por ti – Ella poso su mirada sobre los celestes ojos de Ludmila – Tomó tu lugar.

Ludmila sonrió fríamente, sus ojos dejaron de tener aquel tono azulado y comenzaron a volverse negros como la oscuridad.

Ambas muchachas se elevaron hacía el techo, la luz del cuarto se ilumino tenuemente, un dolor desgarrador se apodero del pecho de Lucia sacándole un gritó, cerró los ojos con fuerza y luego cayó al suelo.