Capítulo 8

17 0 0
                                    

Me levante, me vestí, me puse un pantalón gris y una remera blanca y como tenía frío mi campera negra que usaba cuando entrenaba con Pablo. “Pablo” pensé, el no había saltado por mí, no me había defendido, en cambio estaba parado, frente a mí de la mano de ella. Entonces, ahí entendí todo, segundos antes de desmayarme, tome conciencia de lo que estaba haciendo, el nunca me amo y nunca lo haría. Mi corazón estaba roto en tantos pedazos que no podía darme cuenta de nada. Decidí borrar esos pensamientos de mi cabeza e irme del apartamento. Comencé a caminar buscando mi mochila, guarde ropa, lo básico, un poco de dinero, me puse mis zapatillas y salí de la habitación.  Cuando me vieron, nadie sabía qué hacer, todos me miraban con sus ojos, probablemente juzgándome por dentro y otros se pararon como para abrazarme, pero no, ninguno lo hizo, en cambio yo mire la mesa del living y encontré el contrato y dije unas cuantas palabras.
-Tome una decisión.
-¿Cuál? Pregunto Franco.
-Me retiro del equipo, no quiero seguir formando parte de esto, me bajo. Dije mientras tomaba el contrato con las dos manos  y lo rompía en una incontable cantidad de pedazos.
Comencé a caminar hacia la puerta sin escuchar nada de lo que ellos decían, probablemente reclamos, o reproches, o pedidos, no sé. Yo me quería ir, tome el picaporte y abrí la puerta, una oleada de viento frio invadió mi cara, volví en mi, para darme vuelta y verlo, lo mire con ojos de decepción mientras que ella tomaba su mano y me miraba con rabia, sin darme cuenta una lagrima se me había escapado, rápidamente la limpie para hacer como que no había ocurrido nada. Cerré la puerta tras de mí y comencé a caminar, sin rumbo, sin ruta, sin propósito. Solo caminar. Mientras caminaba sentí unos pasos detrás de mí, o mejor dicho una camioneta.  Empecé a pensar en todo lo que había ocurrido, había tenido varios encontronazos con mi entrenador, Pablo y nos habíamos besado apasionadamente y confesado nuestro amor, me encontré con dos bichos y los dos fueron exterminados por mí, conocí personas realmente lindas como Franco o Martin, que me ayudaron en absolutamente todo lo que pudieron, luego apareció ella, la chica rubia que siquiera se su nombre, pero ella me lo había robado o yo ya lo había perdido, todavía no lo logro terminar de entender, el ultimo acontecimiento y el mas impactante de todos, la última pelea con el bicho, nadie había saltado a defenderme ellos simplemente hicieron como que nada estaba pasando y además, luego de haberlo vencido, Pablo, no fue capaz de detenerme, realmente pensé que era otra persona, sin darme cuenta, mientras todos estos pensamientos corrían por mi cabeza, no note que estaba llorando mientras caminaba y también olvide la camioneta que venía a toda velocidad detrás de mí, decidí esconderme detrás de un árbol grande que había por ahí. De repente la camioneta freno, y por lo que podía ver entre las hojas eran muchas personas, olvide que yo estaba toda lastimada y que el dolor me estaba matando decidí recostarme contra el tronco del árbol para poder  tomar el calmante, realmente estaba tan cansada de ser yo, tan cansada de sufrir, tan cansada de que la vida me pegue tan fuerte. Comencé a cantar sin darme cuenta, una canción de una novela de mi infancia, lo poco que recordaba de ella se resumía en una canción, “mi vestido azul”…
“Pero no vino nunca no llego
Y me vestido azul se me arrugo
Y esta esquina no es mi esquina
Y este amor ya no es mi amor
Me fui llorando despacio
Me fui dejando el corazón”
Y de repente sentí unas manos que me acariciaban el rostro mojado por mis lagrimas, era Pablo, el había venido con todo el grupo y con la chica inclusive a buscarme, vinieron todos, yo lo único que hice fue levantarme y comenzar a caminar sin escuchar nada, estaba aturdida, miraba para todos lados y no encontraba salida, estaba perdida, sin rumbo, sin vida, sentía que había manos que me tocaban el brazo o el hombro en señal de que pare pero no iba a hacerlo, no quería volver ahí, pero decidí decirles todo lo que sentía, me di vuelta y comencé a escuchar con mayor claridad lo que ellos decían, era Pablo, el hablaba mientras corría hacia mi
-No podes dejarme, es una locura, yo… yo te necesito. – Esas palabras rompieron mas mi corazón que usara mi amor por él para hacer que me quede eso, no lo iba a permitir.
-Sos un mentiroso, te vi agarrado de la mano de ella mientras ese bicho estuvo a punto de matarme, vi como la miras, yo ya entendí todo, solo les pido que me dejen ir, no insistan porque no voy a volver, ustedes simplemente podían haberme defendido y la única que se arriesgo fue ella y estuvo a punto de matarla por mi culpa. Yo no quiero seguir en el grupo, sigan sin mí. –Comencé a caminar de nuevo pero esta vez lloraba, lloraba porque me dolía tener que hacer eso, me dolía tener que dejar a mi equipo, a Pablo. Todo me dolía demasiado. Sentí como mi corazón se aceleraba, mis palpitaciones aumentaban y mi conciencia se iba, poco a poco. En forma de película todos mis recuerdos pasaron por mi cabeza, absolutamente todos. De repente todo eso se fue, y vi una luz blanca, una luz muy fuerte, tanto que me sego. Oí la voz de mi madre muy a lo lejos
-Camina hacia mí, vamos a ser felices. – Y fue lo que hice, camine hacia ella, para ser feliz.
Sentí que me desplomaba, sentí que me derrumbaba, que mi vida se iba en un segundo, pero de pronto, todos mis entrenamientos con Pablo aparecieron.  Recordé un día, cuando estábamos entrenando boxeo, y yo estaba cansada y él me sostenía con sus palabras.
-Vamos dale Bianca no pares, dale.
-No puedo, no puedo.
-BIANCA TENES QUE SEGUIR POR MI, SEGUI PELEANDO, SEGUI LUCHANDO, COMO EL PRIMER DIA.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 12, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Mi mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora