Tengo que obligarme a comer más de lo que estoy acostumbrada. Me gusta más un vaso de sangre fresca recién sacada de un ciervo, pero no puedo pedirle a Christian que me traiga uno, lo aterraría y creo que me tacharía de loca psicópata, y es lo único que me faltaría
Como unos huevos revueltos, tostadas, tocino y jugo de naranja. Tengo que admitirlo, no supo tan mal como creía. Tal vez me puedo acostumbrar. Puede que la comida esta deliciosa, pero eso no evita que mi garganta arda por sangre. No es nada bueno tener a Christian a esa distancia, podría hacer uso de mi velocidad, lanzarme a su cuello y, cuando menos se espere, estaré dejándolo vacío. Si viene Taylor, puedo terminar con el igual de fácil, tal vez de algo de pelea, lo puedo golpear en la cabeza y luego adiós Taylor
¡Pero que estoy pensando! ¡No puedo creer que esté pensando en cómo asesinar a dos personas!
Bajo la mirada avergonzada, no quiero ni imaginar cómo se pondría mi padre si pudiera oír mis pensamientos
-¿Café? –pregunta
-Claro
Me pasa una taza de café negro con mucho dulce de caramelo. ¡Me encanta! Estoy demasiado ocupada con mi café que cuando Christian me habla estoy en las nubes
-Te queda muy bien ese color
Solo asiento mientras sigo tomando
Christian trata de ocultar una sonrisa mientras acaba su plato
Cuando acabo busco una servilleta para limpiarme, pero dentro de todo ese desperdicio de comida no veo ni una
-Renesmee –me llama Christian
Volteo a verlo y él me esta ofreció una servilleta. Le sonrió y alargue la mano para cogerla. En ese diminuto instante en que nuestras manos se tocaron sentí como unos fuegos artificiales explotaban en mi interior. No sé si también lo sintió Christian, solo note como su mirada se intensifico y brillo
Aparto la mano sin ganas. Y me limpio mirando a otro lado
Cuando mi corazón se tranquiliza me atrevo a volver a mirarlo. Es se mira la mano mientras toma un sorbo de café
-Te voy a devolver los libros
Eso logra captar su atención. Me mira como si lo hubiera ofendido. Ruedo los ojos exasperada
-Te ofendes con demasiada facilidad, Christian. Ya sé porque te enojaste cuando te pregunte si eras gay
-No me ofendí –replica ofendido
-Sí, claro –respondo sarcástica. Le abre la boca para hablar, pero yo me le adelanto
-¿Por qué me compraste esos libros?
-Porque puedo –sus ojos brillan con algo extraño
-Porque puedes... sabes muchas personas podemos hacer muchas cosas porque podemos. Yo puedo ir y tirarme por un precipicio, mi tío Emmet le puede decir a mi tía Rose que en realidad fue el quien rompió su taza china con un balón de futbol. Pero no lo hare, ni Emmet lo hará, por la seguridad integra de él, y por qué podemos pero no debemos –me cruzo de brazos frunciendo el ceño. Ahora la ofendida soy yo
-¿Por qué me enviaste esos libros, Christian? –mi voz suena dura e impenetrable. Casi enojada
-Bueno, cuando casi fuiste arrollada por el ciclista y yo estaba sosteniéndote. Me mirabas como "Bésame. Bésame, Christian" -hace una pausa y se encoje de hombros lentamente. Yo por mi parte pienso "¿Se notó tanto lo que pensaba?" – Sentí que te debía una disculpa y una advertencia – Pasa sus manos por su cabello. No puedo evitar notar que ese gesto también lo tiene mi padre cuando está en una situación que no le gusta mucho – Renesmee, no soy el tipo de hombre de flores y corazones, no me interesa el romance. Mis gustos son muy singulares. Deberías alejarte de mí – Cierra sus ojos como si se estuviera dándose por vencido – Sin embargo, hay algo que me impide alejarme de ti. Pero pienso que ya has descubierto eso
ESTÁS LEYENDO
Giros Del Destino
RomanceRenesmee ahora es una jovencita de 16 años, que tiene la vida perfecta; Padres perfectos, familia perfecta, novio perfecto Su vida es perfecta Hasta que oye una conversación que no debería de haber oído Y se entera del pasado tortuoso de sus padres...