Xan

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Saray se encontraba en un valle de nubes de todos los colores del arcoiris.
Había un hombre flotando con las piernas cruzadas (pose de indio) y tenía delante una bola de cristal. El tenía el pelo muy largo, como el de Saray, solo que era moreno y rizado. Tenía los ojos verdes, y tampoco tenía pupila. Era joven.
-¿De nuevo aqui, Saray?- le dijo el hombre en tono despectivo. No parecía muy contento de verla allí.
-Sí. De verdad que siento insistirte, pero el pobre chico quiere ayudar a su amiga, Xan.
-Masha, ¿le puedes repetir lo que dijiste la última vez?
-Por supuesto- la voz femenina provenía de la bola de cristal, que brillaba a la vez que hablaba.- El que algún ser humano que no sea el elegido sepa esto pondría en peligro nuestro reino, Colles. Y las normas dicen que solo el elegido puede venir a Colles.
-Esa chica es de confiar, Masha.
-¿Acaso la conoces?- le dijo Xan casi gritando.
-No pero me lo dijo Julio. Confió en el. Es buen chico, no me mentiría.
-Eso no lo sabes. Solo lo viste 3 veces-dijo Masha con voz calmada.
-Si quiere darle el deseo a otra persona ya es buena persona. Pocos de los elegidos pidieron eso.
-¡Pero que tonterías di...!- gritó Xan cuando Masha le interrumpió antes de que terminara.
-Tienes razón- dijo Masha, siempre con tono sereno.
-¡Masha no le des la razón!- le riñó Xan.
-Se lo que digo. Y no le grites a tus superiores.- le dijo Masha. Aún que no se le viera, imponía respeto únicamente con su voz.
Cuando Xan se disculpó, Masha siguió hablando con Saray.
-Como decía, tienes razón. Si le quiere dar el deseo a otra persona quiere decir que realmente el es bueno. Y que la persona a la que quiere dar el deseo lo merece. Pero es demasiado arriesgado Saray. Entiéndelo.
-No, entiéndelo tú. Tu misma nos mandaste con la misión de hacer realidad el deseo de nuestro elegido. El deseo de este es decírselo, dárselo.
Ni Xan ni Masha hablaron durante un rato. Xan intentó hablar pero Masha no se lo permitió.
-Está bien. Te dejo.- dijo finalmente Masha.
-¡Ah, de verdad! ¡Gracias!- dijo Saray saltando de alegría.
-De hecho se como puedes hacer que esa persona sienta el valle azul.
-¿Sienta? ¿Cómo que sienta?- preguntó Saray desconcertada.
-Hablarás con ella a través del cuerpo de Julio. Ven, te pasaré unas ondas mágicas que harán que puedas hacer eso.
-Masha, ¿¡estás loca!?- le dijo Xan alterado.
-Callate Xan- le dijo con el mismo tono sereno.- Se lo que hago.
Xan respiró hondo y se calló.
Saray se acercó a la bola de cristal flotante y pronto sintió un fuerte poder mágico fluyendo por ella. No tardaron mucho en acabar.
- Este poder solo durará una semana. Tienes que agarrar las manos de Julio y concentrarte para poder hablar a través de el en la tierra de los seres humanos, Humani.- le explicó Masha.
-Muchas gracias Masha- le agradeció Saray con infinita alegría.
Pronto desapareció de ese lugar y se quedaron solos Masha y Xan.
-Masha ¿por qué lo has hecho?- le preguntó Xan esta vez más sereno.
-Xan, se lo que hago.

El sueño de AnneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora