Secuestro

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-¿Qué es eso? - me pregunta Daniela.
La miro preguntandome si vale la pena enseñarle lo que e creado. Es un garabato de un anillo rosa con una media luna pegada a una estrella. Lo perdí el otro día cuando, al regresar de mi ducha de primera hora de la mañana, no recordé donde lo dejé. Siempre lo dejaba en el cajón de mi escritorio y juraría que esta vez tambien lo deje allí, pero desapareció. Nadie pudo cogerlo, vivo con mi padre y soy hija única, y mi padre, Thomas, jamás entra en mi habitación y menos urgaria en lo que escondo en mi cajón. Thomas me encanta solo por ese gran echo, me da mucho espacio y no anda haciendo preguntas tontas que sabe que no me gusta contestar. A mi madre la echo muchísimo de menos, murió cuando yo tenía 11 años, hace aproximadamente 5 años, el anillo era de ella, la adoraba, me contaba historias impresionantes y era la mujer más inteligente que conocía. Casi nunca me castigaba, ella solo se enfadaba conmigo pero bastaba con un beso en la mejilla y un abrazo y me lo perdonaba, además, yo no solía hacer casi nada malo y si llegaba a hacerlo me sentía muy mal.
-Es un dibujo.- le contesto con una sonrisa tonta.
Daniela y yo llevamos juntas desde que las dos entramos en el instituto, es una gran amiga, siempre me cuenta sus cosas y confía muchísimo en mí, en cambio yo casi no le cuento nada, es algo que agradezco mucho, me gusta tener amigas charlonas para no estar pensando en mis estupideces.
-Se que es un dibujo, se mirar- me contesta con otra sonrisa tonta- me refiero a lo que estas dibujando-me coje la hoja con mi garabato- este es el anillo que siempre llevas, el que te regalo tu madre, ¿porque no lo llevas ahora? - me coje la mano y me mira los dedos.
-Se me ha perdido, bueno, en realidad, desaparecio- contesto con el ceño fruncido.
-¿Desapareció?- y suena la campana con su sonido gratificante - bueno seguro que lo encontrarás.- dice mientras va recogiendo las cosas.
-Si, tienes razón. -digo mientras que yo tambien voy recogiendo las cosas.
Llevo esperando este momento desde que empezó el día. El sonido de la campana para anunciar el fin de las clases. Hoy es viernes y esta seguido de puente, lo que nos da un triple descanso. Tengo tantas ganas de irme a casa, tumbarme en la cama, coger mi movil, ponerme la música y estar así dirante horas. Pienso y pienso hasta no poder más y entonces me duermo. Un sueño tan placentero que se podria decir que enrealidad estoy muerta no dormida. A veces me pregunto si alguien lloraría mi muerte, luego pienso en mi padre, pero después pienso en su prometida y me doy cuenta de que no tardará en superar mi muerte como hizo con la de mi madre. No es algo que odie de él, todo lo contrario, creo que yo tambien debería hacer lo mismo, llorando y lamentandose no se consigue recuperar a un difunto.
-Creo que se llama Javier. - dice Daniela mientras subimos las escaleras a su piso. Me estaba contando como se llama el chico que el otro dia le dedicó una estúpida sonrisa. Es muy enamoradiza, desde que la conozco se enamoró diez veces, odio cuando pasa, se pone muy histérica cuando lo ve y lo único que hace el chico es pasar a su lado. La verdad, Daniela siempre tuvo suerte en el amor, siempre que le haya gustado un chico acabó saliendo con él y no me sorprende, es rubia, con unos ojos azules claro preciosos y alta, recuerdo que en una época, cuendo era pequeña hacía anuncios para la televisión pero se fue porque no queria estropear su infancia, hizo bien. En cambio, yo soy blanca como un fantasma con el pelo negro como el carbón y los ojos marones oscuros. Me gusta mi aspecto, es el típico que no llama la atención, algo que amo.
-¿Haces algo esta tarde? - me pregunta Daniela cuando estamos enfrente de su puerta a punto de despedirnos.
-Tengo que estudiar -bueno no es una mentira, es medio mentira. Ya tengo bastante gente por hoy, solo tengo ganas de tumbarme en mi cama y descansar de esta casi última semana llena de examenes antes de las vacaciones de verano. Pero aun así hace un frío que pela.
-Si, claro, y yo soy peliroja- me dice con sarcasmo.
-Ya te dije que el rubio te sentaba mal - respondo yo poniendo los ojos en blanco.
- Venga, vente, nos vamos de botellón- me dice con mucho entusiasmo. Genial, la cosa que más odio hacer. Botellón.
-Ya iré contigo cuando sea verano, tengo mucho que estudiar, no puedo. -contesto sin mucho ánimo.
-Esta bien, como quieras, solo quería que por una vez mi mejor amiga, vecina y hermana me acompañara de fiesta.- intenta convencerme, lo sé, siempre baja la mirada cuando se hace la víctima.
-Nos vemos el martes- le digo con una sonrisa y despidiendome con dos besos, mientras que ella pone los ojos en blanco.
-Adios.- me responde cuando voy subiendo las escaleras hacia mi casa que esta justo en el piso encima de su casa.
Y allí me acuerdo, siempre se me olvida, "no hay pan" y se supone que lo tenía que comprar antes de pasar la esquina, en el chino de enfrente. Bajo denuevo por las escaleras, genial, vivo en un cuarto, y en mi piso no hay ascensor lo que mejora las cosas porque yo odio el deporte con todo el odio del mundo.
Voy sacando el dinero mientras me acerco a la esquina y allí lo veo. Una furgoneta blanca sin matrícula que pega un esquinazo a toda velocida y paran en seco cuando estoy cruzando la careterra. Veo a dos hombres salir de la furgoneta pero no les veo las caras, van tapados con pasamontañas y toda su ropa oscura. Van armados con pistolas muy largas y pegan dos tiros en el aire. Todo el mundo corre excepto yo que me quedo parada en sock porque las piernas nunca me reponden cuando hay que correr sin parar. Se acercan a mi y de verdad que intento correr o algo pero nada. Uno de los hombres me pone un pañuelo blanco en la boca y lo siguiente que veo es oscuridad.

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⏰ Última actualización: Nov 03, 2015 ⏰

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