Prólogo

34 4 0
                                    

—Sr. Presidente, hemos recibido otra amenaza de parte de la Coalición Rusa, la cual indica apoyar su causa permitiéndoles usar nuestra frontera norte con Estados Unidos, o sufrir un ataque nacional para utilizarnos como entrada fácil a nuestro vecino. ¿Qué hacemos?— dijo el general Hernández con desesperación
—No hay más opciones, hay que hacer lo que ellos dicen, de lo contrario, acabarían con nuestro gobierno... ¿No escucharon? ¡Hablamos de un ataque real!— Dijo el Presidente rindiéndose
—¡No podemos hacer eso! La nación como la conocemos desaparecería y miles de personas quedarían sin hogar, sin excluir que habría una falta de comercialización con Estados Unidos, uno de nuestros principales proveedores— replicó el general
—Disculpe mi interrupción Sr. Presidente, pero en mi opinión debería lanzar unas fuerzas de ataque hacia ellos con discreción; si sale victoriosa, podremos olvidarnos del problema; si, por el contrario, nuestro escuadrón falla, sólo quedará resguardar al país a la hora del ataque— propuso la gobernadora Celia
—Tiene usted mucha razón, gobernadora — respondió el presidente — haremos lo que propone, enviáremos a nuestro mejor escuadrón de defensa al lugar de donde provienen las amenazas, mientras tanto hay que actuar como si nada estuviese pasando, ¿Entendieron?
Todos los presentes se miraron mutuamente con dudas del plan, pero a la vez sabiendo que era la única opción de salvar al país de un posible ataque.

El chico que me salvó en la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora