Cap. 4: No esta muerta, extraños asociados, en movimiento denuevo

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Parte 1

Una luz verde y nociva volvía espeso el final del puente. El Carcelero Implacable escondía sus rasgos cadavéricos debajo de una capucha horrorosa, pero la luz de su linterna reveló los restos de carne desfigurada, demacrada y despojada de toda emoción salvo un placer sádico.

Se movía suavemente, como todos los de su clase, gemidos de dolor brotaban de su túnica a medida que avanzaba. Thresh levantó un poco su cabeza, y Lucian vio cómo el esbozo de una sonrisa se ampliaba con anticipación dejando relucir unos dientes afilados.

-Mortal -dijo Thresh, saboreando la palabra como si fuera una golosina.

Lucian se arrodilló y recitó el mantra de claridad para preparar su alma para la batalla que estaba a punto de comenzar. Se había preparado para este momento unas mil veces, y ahora que el momento había llegado, su boca estaba seca y sus manos empapadas en sudor.

-Mataste a Senna -recriminó mientras alzaba la cabeza y se erguía-. La única persona que me quedaba en este mundo.

-¿Senna...? -se preguntó Thresh. El sonido que emitía era húmedo, espumoso, como si lo profiriera el cuello estrujado de una víctima del nudo de una horca.

-Mi esposa -contestó Lucian, aunque sabía que no debía hablar, ya que cada palabra podría volverse un arma que el espectro podría usar en su contra. Las lágrimas nublaron su vista; el dolor tiraba por la borda toda preparación y pizca de lógica. Levantó el relicario que colgaba de su cuello y lo abrió en un intento de hacerle comprender al espectro la profundidad de todo lo que había perdido.

Thresh sonrió; sus dientes filosos centelleaban mientras tocaba el cristal de la linterna con una uña amarillenta.

-Sí, la recuerdo -dijo engolosinado-. Un alma vital. Todavía fértil y cálida. Lista para ser atormentada. Tenía la esperanza de una vida nueva. Florecía en ella. Fresca, nueva, como una flor en primavera. Es tan fácil deshojar y marchitar a los soñadores.

Lucian alzó sus pistolas.

-Si la recuerdas, quizás también te acuerdes de estas -profirió.

La sonrisa dentada debajo del hábito harapiento nunca flaqueó.

-Las armas luminosas -dijo.

-Y la luz es la perdición de la oscuridad -exclamó Lucian, mientras canalizaba cada resto de odio a sus pistolas antiguas.

-Espera -rogó Thresh, pero Lucian no esperó.

Soltó un par de disparos deslumbrantes.

Una conflagración de fuego purificador envolvió al Carcelero Implacable; sus aullidos eran música para los oídos de Lucian.

Pero pronto los aullidos se transformaron en risas burbujeantes.

Un halo de luz oscura se disipaba alrededor de Thresh para luego terminar dentro de su linterna sin que el fuego lo tocara en lo más mínimo.

Lucian volvió a disparar una lluvia de rayos radiantes que, a pesar de asestar en el objetivo, no tuvieron efecto. Cada disparo se disipaba sin infligir daño alguno contra la niebla brillante de energía negra que emanaba de la linterna.

-Sí, recuerdo esas armas -dijo el espectro-. Despojé sus secretos de la mente de Senna.

Lucian se congeló.

-¿Qué acabas de decir?

Thresh rio con un chirrido ruidoso y tísico.

-¿No lo sabes? ¿Nunca sospechaste ni un poco luego de que la orden renacida supiera de mi existencia?

aguas turbias La sombra y la fortunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora