ਇੱਕ

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|Ruben narra en toda la historia|


Recargué mis brazos en la carpeta y traté de no dormirme en el acto, el profesor de Ciencias Sociales explicaba un tema al que no había prestado atención en toda la hora. Mis ojos observaban la pizarra y luego se desviaban al reloj que, justo ahora, marcaba las 4:20. Solté un suspiro al ver que faltaban diez minutos y la universidad terminaba.

El timbre sonó a mitad del dictado, tomé apuntes rápidamente y con permiso del profesor soy el primero que sale. Mis pies se mueven rápido por los pasillos de la facultad, traté de no chocarme con nadie y di un gran respiro al sentir el aire frío caer en mi rostro.

Di un vistazo a mi reloj de mano, y calculé cuanto tiempo me demoraría al llegar a mi trabajo. Me quedé unos segundos pesando en que atajos podría tomar, pero mi amigo Alex gritó mi nombre y hizo que me distraiga de mis pensamientos.

—¡Rubius!- exclamó y llegó hasta mi puesto.

—Alex- sonreí al verlo.

Alejandro iba un ciclo menos que yo, pero éramos vecinos y muy grandes amigos.

—¿A dónde vas tan deprisa?- interrogó con una sonrisa, negué al ver sus intenciones.

—Al trabajo- dice y agrega-Ya sabes, son viernes hoy hay más gente en la cafetería- expliqué un tanto apresurado.

—Oh, entiendo- murmuró y me observó directo a los ojos- Guillermo, yo y unos amigos queríamos invitarte a la fiesta en la casa de De Luque, pero veo que estarás muy ocupado- contestó un poco molesto.

—Lo siento, sabes que es mi deber trab..-

—Vamos Ruben, por un día que no asistas a la cafetería ¿Qué tan malo puedo ser?-se cruzó de brazos, di una mirada mi reloj.

—Lo siento, ¿vale? Pero, quiero tener mi futuro asegurado y será mejor que me vaya yendo- acomodé mi mochila en mi hombro- ¡Espero que se divierten en la fiesta!- exclamé y comencé a correr.

Comencé a correr las diez cuadras que me quedan, una de las ventajas es que el trabajo está cerca de la universidad y la mala es que llevaba unos dos minutos de retraso, y mi jefa era muy estricta. Llegué exhausto y abrí la puerta, la campanilla suena y observo a los lados.

—¡Hey, Rubius!- un cliente me saludó, le sonrío y caminé hasta los vestidores.

Tomé mi mandil verde, y mi libreta de pedidos con su bolígrafo. Me quedaban cinco horas de trabajo; caminé por el estrecho pasillo y me coloqué en el mostrador. Leyla me ve y me sonríe, al parecer mi jefa estaba de buen humor, le devolví el gesto y me quedé esperando a que los clientes lleguen.

—Ruben- giré a verla- Hoy Thomas tomará el turno de cajero, así que te toca tomar los pedidos a los clientes- asentí.

Tomé la libreta y caminé entre las personas. Tomé la orden de unos cuantos, los sillones de cuero eran para personas solitarias, las mesas de dos para parejas, y claro por último la zona de estudio que era un gran sillón que lo ocupaban algunos de mi universidad. Todas las personas comían y tomaban de su cafés, pero a excepción de uno. Él era de estatura mediana, cabello azabache al igual que sus ojos, a veces alternaba de peinado y siempre utilizaba sus gafas para leer. Había días en los que nunca las traía, pero otros sólo se sentaban y tomaba de su espeso líquido. Hoy había venido con unos libros en la mano, Henry se acercó a él con su pedido y lo dejó en la mesa; observé como tomaba su café y uno de los panecillos de arándanos.

Él siempre ordenaba el café más amargo, y aunque no fuera primavera siempre ordenaba los panecillos de arándanos. Se sentaba en la última mesa de la cafetería, la tenue luz del atardecer solía recaer en su cabello, pero por algún motivo hoy no.

But first, Coffee|| RubelangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora