Carta 2.

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«Los días pasan; llegan a convertirse en meses. Alex pasa ante mis ojos con indiferencia, despreciando mi existencia y con una nueva chica cada día. Ayer me armé de valor y cuando lo encontré solo detrás de las gradas le hablé. ¡Cómo me arrepiento de haberme acojonado! En su mirada brillaba el arrepentimiento y se disculpó de una manera que casi parecía sincera. Le dije lo de mi padre y me abrazó con tanta fuerza que casi sentí que los meses no habían pasado ni que la pelea hubiese tomado lugar. Todo lo que me dijo ayer lo hizo por lástima, porque solo pudo ver al idiota destrozado de su ex pareja que fue a lloriquearle la pérdida de su padre. Minutos después aparecieron sus amigos, incluido su hermano, y todo aquel arrepentimiento se esfumó en cuestión de segundos. Repitió cada una de aquellas hirientes palabras y me empujó lejos de ahí. No lo odié a él por haber hecho eso, me odié a mí mismo por haber creído que podía reparar las cosas. Me doy por vencido y dejo que la depresión gaste mis huesos. La sombra me sigue a dondequiera que voy. Cada vez logro verle de más cerca; unas exquisitas flores blancas y rosas, bien perfumadas, cuelgan de su cabello él día de hoy. Sigo con la duda ¿Quién es aquella persona a la que le llamo "mi sombra"? ¿Qué le causa interés como para seguirme a doquiera que voy? Mañana le seguiré hasta saber quién es. Madre, aún no logro leer la carta. Temo haberte decepcionado, pero creo que la quemaré esta misma noche.

Te quiere, tu hijo, Scottie.»

Me duelen las manos de haber tecleado tanto durante tantas horas para poder escribirle a mi madre. La carta se imprime y por si las dudas, la releo un par de veces más. Mañana por la mañana, antes de seguir a mi sombra, la enviaré. La guardo en un sobre y la lleno de datos. No espero respuesta próxima, solo que la lea. Me levanto de aquél incomodo sofá y apago la portátil. Es el último mes y se termina este pequeño infierno.

Me abrigo antes de salir. Ya nadie vigila la entrada y me dirijo al pequeño lago. La noche nos abraza y el frío nos invade. Me siento en la orilla de aquella leve corriente de agua. Las estrellas se burlan de los idiotas al igual que las maravillas de los ciegos. Puedo escuchar la risa de mi padre y se me empañan los ojos de lágrimas.

─ ¿Scott? ─ Seco mi cara con la camisa y me giro a la voz levemente aguda que me llama. Su rubor se extiende por toda su cara y me tiende un sobre. Miro lo que me tiende apenado y luego lo escruto de pies a cabeza. Trae unos tejanos ajustados y un suéter que, por lo menos, le queda dos tallas más grande. En su cabello descansan aquellas exquisitas florecillas perfumadas. Tienen un lindo contraste con su oscuro y lacio cabello. Una de éstas cae al suelo y no se molesta en recogerla. Su rostro se enciende aún más y parece que deja de respirar por un rato. Asiento con la cabeza y me entrega el sobre. Sonríe con timidez y señala al suelo. Se calla el cielo para escucharnos con atención.─ ¿Puedo?

─ Como quieras.

No me dice su nombre, ni siquiera saluda de una manera formal. No le presto la atención suficiente como para comprender lo que me quiere decir, me fundo en las florecillas que brillan en su cabello y sé que se trata de mi sombra, solo él podría escoger flores tan lindas. ¿Qué pensarán de él? Parece no importarle que le miren al pasar. Entre palabras escucho que hay un proyecto en el cuál tendré que trabajar con él. Mi falta de atención es notable y yo recién me entero de ello. Nada me es relevante. Al siguiente día el reporte que hice con él obtiene una buena nota, mando la carta y por el resto de la semana no puedo hacer que aquel chico se me separe por un segundo. ¿Qué hace de su silencio algo tan cómodo? ¿Qué le da tantas sonrisas de la nada? Apenas y nos saludamos y eso parece suficiente por el resto del día. Así concluye el último semestre de clases. Sigo sin leer aquella carta con las últimas líneas de mi padre. Su compañía es bastante agradable y me resulta fácil saber su estado de humor mediante los colores de aquellas bellas flores. Me toma dos semanas deducir que me gusta y la semana restante procuro hacérselo saber. Pero qué pérdida de tiempo me resulta aquello.

Flores. [One Shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora