Carta 3.

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«Pero que horrible es el sentimiento de vacío, madre, que sofocante y constante es ese horrible sentimiento. Pero que tan más horrible es una despedida sincera a un ser amado. Ya han pasado tantos años sin verte ni escribirte. Ya han pasado otros tantos sin verle a mi sobra. Le he escrito las cartas más cursis que en mi vida creí llegar a escribir y me ha respondido con la misma pasión y cariño de siempre. He leído la carta de mi padre tantas veces que de poder recitarla lo haría. ¿Recuerdas aquella carta? La que me dio él antes de su muerte, aquella que te conté que tenía un temor inexplicable a leer. Pero que horrible es su sinceridad y su cariño. Que rara su manera de amarnos. No te he narrado nada desde la última carta en la que lamentaba tanto haber querido a Alex.

Conocí a mi sombra, madre. La conocí y me enamoré perdidamente de él en cuestión de un mes. ¡Desperdicié tanto tiempo y me arrepiento tanto de ello! Tres semanas tardé en conocerle y una en amarle como nunca he amado a alguien que no seas tú. Aquellos silencios tan ruidosos y aquellas charlas silenciosas. No me era necesario tomarle de la mano para sentir su calor. ¡Casi lo olvido! Su nombre es Mitchell Grassi. No sabes cuanta belleza puede haber en una persona hasta que lo vez a él. Sus suaves labios, sus ojos siempre tan brillantes y llenos de vida...su exquisita corona de flores siempre tan perfumada y colorida. Su significado me llena de melancolía; es en honor a su hermana y a un poema de Wilde el cuál prometió recitarme en cuanto nos veamos de nuevo. Siempre reflejaba su ánimo. Si eran celestes, se encontraba temeroso, Si eran rosas, se fundía en los recuerdos; de ser violetas estaba disgustado; si eran blancas desprendía alegría. En su mayoría siempre eran blancas. Me he enamorado de aquellas flores, madre. Por eso mismo no me atrevo a arrancarlas, porque esa misma noche lo intenté y sigo clavado con las espinas.

Aquella noche, la última que pase con Mitch en mi habitación hubo tantos pensamientos. Pensé gravemente en seguirle, en irme con él a Londres, pero no me atreví a quitarle su libertad de aquella manera. No quería encarcelarlo en mis brazos ni en mis necesidades y le deje ir. Quizás ha sido la única decisión sensata que he hecho en mi vida y no sabes cómo duele la sensatez. Cada noche que leo la carta de mi padre pienso en mandársela a aquel chico castaño. ¿Dices que mi padre no ha escrito ningún libro? Sus líneas son dolorosamente bellas. Casi tan bellas como la corona de flores que descansa sobre la cabeza de Mitch. Él juega de línea en línea de esta carta y me parece una desgracia enorme que no lo hayas conocido aún. Prometo que lo llevaré a casa en cuanto lo vea.

Te quiere, extraña y necesita tu hijo, Scottie.»

Esta carta va a mano y la envío en cuanto la termino. Pasan cinco días exactos y recibo su respuesta con otra más correspondencia. La encuentro en un sobre, en el umbral de la puerta mientras regreso de mi trabajo. Tan rápido como puedo me siento y la leo.

«Para mi pequeño:

Tu padre sabe cómo herir con las maravillas más simples, cariño. Yo también he leído esa carta, la escribió tantas veces y me dijo que le ayudase a corregirla otras tantas. Me destroza saber que no estés con aquella linda florecilla de la que tanto me alardeas en la carta, me destroza aún más pensar que lo suyo haya comenzado mientras terminaba. La sensatez duele cuando está correcto, pero me enorgullece saber que lo tomes de una manera tan adulta. ¿Cuántos años han pasado desde la muerte de tu padre? Según los cuento han sido 5, en un par de semanas 6. ¡Pero como vuela el tiempo! Hacía tan poco te vi, enamorado y flotando por los aires y ahora has pasado de hoja.

Te tengo una verdad. He enfermado gravemente rodeada de estas cuatro paredes y me preocupa que no lo sepas o que labios extraños te lo digan, o peor aún, que lo leas de una letra ajena a la mía. Es algo terminal, Scott. No lo tomes a mal, pero no quiero decepcionarte. El día llegará muy pronto según nuestro capricho de seguir estando juntos -mientras no-sé-cuantas-millas nos separan.- y quiero que rías, que recuerdes. Por fin volveré a encontrarme con tu padre y espero que tú nos sigas en muchos años más.

Flores. [One Shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora