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Había dejado de sufrir. La sangre ya había abandonado mis venas. El frío era lo que abundaba en mi cuerpo. El frío que siempre ha estado en mí, y del que nunca nadie se había percatado. Simplemente porque lo que la gente ve de una persona, es lo que le conviene, nunca ven a la persona tal y como es. Eso es malo. Muy malo.

Diario de una chica muertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora