Epílogo

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Sus tranquilos ojos miraban a la muerte sin vergüenza alguna.

Inspeccionaba de pies a cabeza el cuerpo que yacía en una fría mesa de metal.
¿Cómo sabía que era fría si no podía sentir nada?... Simplemente lo dedujo al poder ver el aliento de los de bata blanca al momento en el que entraban a la sala, no hacía falta tener un gran potencial de deducción para saberlo, Sherlock.

Detuvo su mirada en las ya moradas heridas en las muñecas de lo que hace menos de veinticuatro horas había sido su cuerpo, orgulloso por haber hecho unos cortes tan limpios pese a la desesperación que sufría en ese momento; sus dedos tiesos como arañas luego de fumigar seguían esperando algo, tal vez una mano que recurriera a su auxilio e impedir así lo inevitable, pero habría que ser sinceros, aún si alguien lo hubiera ayudado en ese momento, no podría resistir por mucho más, tal vez se hubiera dejado caer desde su tejado o incluso pudo haberse ahogado en su propia bañera.

Pero a todo esto, ¿qué diantres seguía haciendo ahí?, como si mirar su cuerpo tieso como pan que lleva días a la intemperie fuera lo más entretenido del mundo, suponía que tal vez se debía a que este iba a ser el adiós definitivo. Se acercó con sigilo y se miró al rostro, se veía tan pacífico, casi como si simplemente se hubiese dormido, dormido para escapar de esa realidad que lo llevaba atormentando desde que entró a su Universidad. Repasó con detalle las bolsas negras que tenía bajo sus ojos, producto de las noches de insomnio plagadas de pesadillas. Sí, antes de morir estaba monumentalmente jodido.

Dio media vuelta y se marchó de la habitación lo antes posible, de lo contrario se deprimiría más... Porque estaba deprimido, ¿cierto?...
¿Qué se suponía que haría?...
No tenía a dónde ir, tampoco tenía planeado hacer algo...
¿En dónde estaba el Dios en el que tanto habían creído sus estúpidos padres?, porque lo eran, poner sus creencias antes del amor a su "osito". Oh, cierto, él era gay.

Sí, y deberían suponer que:

- Padres extremadamente religiosos.

Y

- Una vida universitaria inundada de personas que necesitan una vida, de mente cerrada.

No hacen una muy buena combinación que se diga, aunque también hubo una tercera causa:

- Humillación.

No tan sólo se sentía humillado por su familia, quien lo había rechazado sin dudar al descubrir que era homosexual, sino que en la escuela, desde que se habían percatado de la mirada rosa con la que observaba al chico más guapo de su aula, lo habían hecho blanco de burlas e insultos. Dejemos a un lado la historia, ahora lo más importante era descubrir qué mierda tendría que hacer a partir de esos momentos.

Desde el momento en el que salió del edificio, sintió una fuerte atracción hacia algo en particular, por obvias razones decidió guiarse por tan extraña sensación, tal vez esa sea la causa por la que aún estaba ahí, como había aprendido en las películas cutres de personas muertas, tenía que hacer algo antes de irse, ¿cómo le llamaban a eso? ¿asuntos pendientes? Se imaginaba algo mejor, pero al final de todo llegó a dónde menos quería llegar, a su hogar. Desde que sus padres lo habían echado de casa, él había buscado un lugar donde quedarse y que además quede cerca de su Universidad; he ahí un edificio Departamental, no tenía más de seis pisos, tampoco se podría decir que la construcción estaba en óptimas condiciones. Claro, la renta era bastante cómoda.

Subió hasta el penúltimo piso, en el cual se encontraba su departamento con cinta policial en la puerta. Genial, aunque tal vez ese suceso provoque que al fin los molestos vecinos se muden pronto; traspasó la cinta y se dirigió a lo que durante los últimos meses había sido su habitación, no medía más de cinco por seis metros, la calefacción había dejado de funcionar desde hace poco más de un mes y la humedad traspasaba las paredes, como si se estuviese burlando de quienes habían intentado limpiarla o simplemente cubrirla de pintura. Sí, ese era su pequeño y acogedor rincón de mundo. Se quiso tirar sobre su cama, como siempre lo había hecho cuando llegaba de alguna parte, pero... Algo en el espejo que estaba al pie de la cama, dando para la puerta, le llamó la atención.

Vida y obra de un hombre muertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora