Capítulo II

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«Tienes un nuevo mensaje de Blue»

¿Blue? Dios, dame paciencia.

Teclee la notificación para poder ver el mensaje, el cual decía:

« ¿Medianoche, eh? Pareces interesante, quizás nos llevemos bien, pequeña

¡Pequeña! ¡¿Qué se cree diciéndome tal cosa sin conocerme?! Esto es indignante. Bloqueé el teléfono, no me interesaba en lo más mínimo hablar con "Blue".

— Eh, Martín no te quita la mirada de encima —Dijo Mindy, y todos en la mesa se echaron a reír. — ¿Qué es tan gracioso? —Pregunté algo confundía, sí, un chico se ha fijado en mí, ¡no es nada nuevo!

— Anto, —Empezó a decir Chris—Martín es un idiota.

— ¿Y ustedes no?

— Es diferente... ¡Tan solo míralo! —Le señaló sin discreción alguna haciendo que toda la cafetería se le quedara viendo. —Siempre anda vestido como si de ir a un funeral se tratara, todo de negro, ¡y ni hablar de su cabello, es azul, Anto, azul! —Uy, se molestó el niño.

En toda la cafetería se escuchaban risas y abucheos dirigidos a Martín, pobre... ¿Por qué tenían que insultarle? No voy a negar que Martín sea guapo, es mas; es uno de los chicos más lindos que he visto en mi corta vida, con ojos grises, su cabello tan único, su aura tan oscura y atrayente... Si lo tuviera que definir en una sola palabra sería, sin duda, perfección. 

Me parece curioso que hubiese puesto su ojo en mí, él no es el tipo de mujeriegos que buscan a las más obvias, prefiere ir por las sombras buscando una presa perfecta, hacerse su "amigo" para después acostarse con ella y abandonarla, y en algunos casos, dejarlas embarazadas. Creo que tiene ya cinco o seis bebés en camino.

— ¿Por qué tan a la defensiva, Chris? ¿Te gusta Anto? —Dijo Dylan con tono burlesco. El rubio se sonrojo ante aquel comentario, ¿le gustaba? Solo éramos amigos con derecho, además, no me atraía en lo absoluto de esa manera.

El timbre sonó salvando a Chris de las burlas de Dylan, ¿Karma? ¿Dónde?

Todos los alumnos de último año teníamos el resto del día libre para hacer los que se nos diera la gana, bueno, en mi caso no. Tenía que ayudar a mamá con el equipo de fútbol, servía de asistente lo cual era un problema, en todas las prácticas los chicos en vez de entrenar se me quedaban mirando embobados, como si nunca en su vida no hubiesen visto a una chica, tampoco los puedo culpar, mi físico no será el mejor, pero siendo la única chica en ese lugar, sin contar a mi madre, todas las miradas se dirigían a mí, incluso la de Dylan.

— ¡Vamos niñitas, corran, no paren! —Gritó mi madre a todo pulmón. El calentamiento apenas empezaba y ya habían chicos acostados en el césped, ¡cuánta resistencia! —Anto —Me llamó mi madre. —Lleva estas notas al archivador. —Me entrego una carpeta completamente negra.

— Claro...



Los pasillos estaban desiertos, todos estaban en clases o en algún entrenamiento, ¡esto no se ve todos los días!

Abrí la puerta del salón de archivos y cerré la puerta, no me quería arriesgar a dejarla abierta, hay adolescentes con hormonas en este lugar, mejor prevenir que lamentar. Empecé a revisar las notas de los jugadores y, ¡madre mía, qué horribles estaban! Con tan solo ver su rendimiento aseguro que no clasificaremos este año...

Pum, pum, pum.

¿Qué es ese ruido?

Pum, pum, pum.

Voltee a ver los estantes, y... ¡Se están moviendo! ¡Eso no es normal! ¿Será un fantasma de algún alumno buscando venganza? Espera... ¡qué estupidez acabo de decir! Eso es muy irracional, lo fantasmas no existen... Creo. ¿Investigo o no? Esa es la cuestión, ¿arriesgarme con lo que sea que esté ahí? ... ¡Antonella Hunter, deja de ser tan miedosa, ve y enfrenta a lo que sea que esté allí metido! No ha de ser tan malo.

Camine lentamente hasta los estantes apretando la carpeta lo más que pude contra mi pecho, era una miedosa de mierda, ¿pero quién me podría culpar? Crecer en un pueblo en medio de la nada en la casa de la abuela, sola y sin a amigos, te llena la cabeza de puras tonteras.

- ¿Seguro de que es el número correcto? —Escuché claramente la voz de un chico, por el acento aseguraría que era Khya Steinfeld, un estudiante de intercambio de Australia. 

— No creo que esté aquí, Martín. ¿Martín? ¿Qué hacían ellos aquí? — Ten paciencia, Khya —Me acerqué poco a poco hacía donde se encontraban los dos chicos, sentía una gran curiosidad por lo que sea que estuviesen buscando, pero a la vez temía por lo que pudiesen a llegar a hacer. Los conocía lo suficiente como para saber que lo que sea que buscaban no lo iban a utilizar para algo bueno.

— ¡Bingo!—Exclamó Martín. Me asomé para ver qué había encontrado, mas no pude ver nada porque Khya estaba atravesado, como siempre. —Vámonos de aquí.

Oh no. Venían para acá, ¿qué hago, qué hago, qué hago? ¡Piensa Anto, piensa! 

— Vaya, vaya,vaya, ¿qué tenemos aquí?

Mierda. 

Serás lenta, Antonella, ¡lenta!

— Oh, pequeña Anto, ¿a qué se debe tu pequeña visita? —De un momento a otro ya me encontraba acorralada contra uno de los estantes entre los brazos de Martín.

— Esa pregunta debería de hacerla yo, ¿qué hacen ustedes aquí? Dudo mucho de que tenga autorización.

— ¿Tu madre note ha dicho que la curiosidad mató al gato, pequeña? —Susurró muy cerca de mi boca. — Pero el gato murió sabiendo, cariño. —Dije siguiéndole el juego. Estaba peligrosamente cerca de mi boca, ¿qué se cree? Tendré tremenda reputación de perra, pero eso no significa que lo sea. Nuestros labios apenas y se rozaban pero ya me sentía terriblemente incómoda, al parecer él lo noto, se alejó muy lentamente de mí, creo que Mindy tenía razón, Martín gustaba de mí.— No es de tu importancia lo que sea que estemos haciendo aquí, así que vete, Hunter. —Dijo con mala gana.

Será bipolar, hace menos de un minuto estaba a punto de besarme y ahora me está echando del lugar, menudo idiota. No tenía de otra que irme, no iba a rebajarme a su nivel y mucho menos. Mientras caminaba hacia la puerta sentí un pequeño golpe en mi... Trasero. 

Voltee para poder ver al causante de tal atrocidad.

¿El causante?

Khya.

¿Consecuencia?

Mi mano impactando contra su mejilla. 


El silencio que reinaba en el auto era digno de película de suspenso, ninguna de las dos sacaba tema de conversación, cada vez era peor, sin duda alguna. El teléfono sonó indicando que me había llegado un mensaje.

«Tienes un nuevo mensaje de Blue»

¿Acaso no piensa dejarme en paz?

«Nena, los vistos no están a tu favor.»

¡Me la pela!

«Por cierto, me encantó como estabas vestida hoy, esos tejanos no dejaban nada a la imaginación. »


Pensamientos de MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora