El segundo es esa persona a la que amo, la persona con la que me he entregado con más pasión y lujuria.
Yo tenía para aquel entonces 16 años y el 20.
Tenía tanto miedo de hacerme suya. Y ¡Claro que lo tenía! Le había hecho creer que era virgen y era porqué así lo considere.
La primera vez lo hice sin amor, sólo placer y una mujer merece perder su virginidad con alguien que la ame y no sólo que la use.Lo hicimos con amor y a pesar de que ha pasado el tiempo nunca he encontrado un hombre que me mire de esa manera majestuosa cuando me desnudo frente a él.
Era una mezcla hermosa de sentimientos y me amaba, nunca pude encontrar esa excitación que sentí con otros.
Los orgasmos no habían llegado hasta ya entrados los años entre nosotros.
Y es por eso que aparecieron los demás, por eso había buscado el consuelo y la lujuria que no encontraba con él, entre nosotros.
Es que la relación era perfecta, pero al hacer el amor le faltaba algo, le faltaba ser salvaje y dejar de ser tímido.
Necesitaba que se preocupara por hacerme llegar, necesitaba que se ocupara de mis orgasmos también, no sólo los suyos.
Pero nunca le dije lo doloroso y aburrido que fue hacerlo los primeros años.
Aunque lo hicimos en lugares locos y extremos; como en el patio de mi casa a plena luz del día con mi familia en la sala y probablemente los vecinos observando el espectáculo por las ventanas.
La adrenalina de ese momento, todos esos químicos correr mi torrente sanguíneo al miedo de ser descubiertos hicieron que el momento fuera el triple de excitante, pero aún así no alcance en tan deseado orgasmo.
Hasta qué empece investigar mi cuerpo por mi cuenta, descubriendo partes que me hacían temblar de placer y posteriormente con mucha práctica él pudo controlar esas secciones.
Pero aunque al final si sentía esas sensaciones, ya había aparecido alguien antes...