El comienzo

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-No puedes llevarte a mis hijas - el grito retumbaba en la casa, las lágrimas brotaban de sus ojos.

-¡Ellas están en peligro! no están seguras a tu lado, ni ellas ni tu - respondía una voz masculina con la misma intensidad emocional pero de los lamentos pero con una voz serena.

-No te las puedes llevar, además ¿qué te hace creer que lo estarán contigo? -Alejandra lo veía suplicante -Leila y Maia son lo único que tengo - una lagrima que corría por su mejilla

-¿y lo estarán contigo? -una punzada recorrió su espalda ante tal pregunta, sabía que lo más seguro era que ambas se fueran con él, pero... no podía dejarlas ir -Ellas son mi vida, ellas son mis hijas- Respondió.

Fabián se aferraba aún más a la pequeña cuna frente a él -sabes que no las dejarían con vida si supieran de su existencia - Alejandra pasaba su mirada entre el hombre y las pequeñas; mientras aceptaba la realidad.
-Es lo mejor- se repetía una y otra vez, los pasos se volvían más pesados hasta el borde contrario de la cuna observando a las niñas, sin dejar de observarla Fabián adoptó una postura de defensa en caso de que se le ocurriera evitar lo inevitable.

Alejandra pasaba las manos por el pequeño cuerpo de una de las gemelas, sosteniendo a una primero con una mirada que solo reflejaban el dolor y el amor que únicamente una madre podría comprender depositaba a la pequeña sobre los brazos de aquel hombre.

-Prométeme que las cuidaras, y que las mantendrás, lo más alejadas posible de esto, no es su culpa todo lo que está pasando -El sorprendido dio unos pasos hacía ella y con un susurro juro -No importara que de ello dependa mi vida-.

Solo podía ver como Fabián se alejaba con sus hijas, -mis pequeñas Leila y Maia- preguntándose cuando las volvería a ver.

18hrs después...

Alejandra se levanta sudorosa sentiendo la ausencia, tras agudizar sus sentidos escucha como alguien toca la puerta se sobrepone una bata y sale de la habitación, abre la puerta -No es posible -pensaba mientras empujaba la puerta y buscaba una salida rápida -¿Cómo sabía dónde estaba? ¿Qué hace aqui? No ha pasado ni un mes desde mi última mudanza -se preguntaba, el sonido de unos pasos sonaba por el pequeño departamento -¿No me escuchaste el timbre? Oh Ale es muy desagradecido de tu parte no darle la bienvenida a un viejo amigo- La voz serena se escuchaba desde la puerta principal.

No había manera de escapar el espacio era demasiado pequeño, desde la habitación la mujer observó como tomo en una silla que se ubicaba a un costado de la mesa de escritorio y la miraba inmutable -¡Sabes bien lo que quiero! - golpeo la mesa con una navaja que traía entre las manos, el golpe fue tan fuerte que la partió en dos, cuando noto que había un pequeño calcetín trabado en la navaja.

-No sé a qué te refieres - respondió Alejandra

- Las niñas, ¿donde están? - dijo aquella macabra voz.

-¿Cómo se había enterado?- pensaba Alejandra de un momento a otro su ritmo se elevo,tenía que mantenerse serena, no por ella si no por quienes más amaba - No sé de qué niñas hablas- respondió mientras se movía palpando la cama en busca de un objeto.

-No mientas -dijo manteniendo el mismo tono, la ira en su voz empezaba a reflejarse -¿No me dirás? bien, cuando encuentre a tus hijas primero sufrirán 8 años de tortura, cada día de maneras distintas y eso solo será el comienzo-.
-No podrás encontrarlas- Grito Alejandra desde la habitación sin tener éxito en su búsqueda.
- Sigue buscando tú varita no te servirá, he encontrado mejores formas de conjurar, esos días en Artemisa tuvieron un lado bueno te advierto que una vez que dejes este juego tendrás 3 hechizos- mientras el sujeto de ojos violeta hablaba, Alejandra sintió los bordes de su varita- el primero será que: cuando intentes buscar a tus hijas siempre estarás cerca pero igual terminaras en un callejón la pobre Ale siempre perdida y sin encontrarlas, -Las piernas le temblaban y ningún hechizo protector funcionaba pareciera que su magia se había acabado- el segunda será: que la única manera que tendrás para verlas será por medio de tus sueños y solo podrás dormir 2 veces al mes durante 48 horas y tú varita no te servirá de nada, el ultimo será que sabrás cuando yo las encuentre puesto el segundo hechizo se romperá y sabrás que yo habré empezado con mi venganza cuando la luna se tiña de rojo. -Al termino de esas palabra un destello la sego aquel hombre  había desapareció.





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