No sé qué escribir: VI

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El sol desciende lento, y frente a él, en la arena, a orillas del mar, ella siente cómo se humedecen sus pies, suelta su cabello de edad, respira con vocación e intenta perderse en esta imagen.

En su casa, a unos cuentos pasos, observando está un chico que antes veía el ocaso tan sólo con las melódicas palabras de su hermano. Algo ha crecido, no mucho. Parado en el balcón, observa, ahora sí con sus ojos, además del corazón, cómo es aquella estrella que desciende hacia el horizonte. Detenidamente, una silueta de mujer mayor se confunde entre la luz, perdiéndose desde las arenas del mar hasta esa línea de oro imaginaria. Parece caminar hasta él; parece que se adentra más y más.

En la sala principal, el silencio toma una acogida confortable, va de una lado a otro, reproduciendo un recuerdo memorable.

-Con esta tecla bajas un ángel -decía el niño-, con esta otra, a su amigo.
-Entendido. Con esta.
-Sí.
-Y con esta.
-No, con ésta -ríe el pequeño-. De nuevo.
-Ésta.
-Muy bien.
-Y ésta.
-No -rió a pulmón.

Posó sus dedos, uno a uno, sobre esas teclas tan preciadas para él.

-Escucha con el corazón. Debes darle vida a tus melodías. Este instrumento está esperando para que juntos viajen a su propio mundo; te está esperando, porque quiere que uses tus dedos y escuches el mensaje que él te tiene preparado. Tu corazón marca el ritmo. El día en me haga falta, sólo tendré estas teclas, al menos sólo dentro de mí.
-Entonces... con ésta -tocó una tecla-, un ángel, y con ésta -tocó otra vez-, a su amigo, ¿lo hice bien?
-Podría decirse que sí -sonreía de medio lado.

El silencio vuelve a la sala y observa al chico del balcón; éste observa a aquella mujer mayor; ésta observa, bajo la línea del horizonte, el epílogo de este ocaso.

-Eres mi amigo, ¿cierto?
-No.
-Bueno.
-Soy tu hermano.

Los pies mojados de aquella mujer avanzan hasta el pórtico de la casa. Se sienta. Ya es hora de que él le recite cómo es el avanzar de la noche; mientras ella cierra sus ojos. Mañana es su turno -lo sabe bien- , pero hoy disfrutará escuchar.

Antes de que realmente pueda empezar, ambos presencian el romper en el cielo de una estrella fugaz. Cada uno -escuchando a su corazón- pidió un deseo.

-Una nebulosa cubre el espacio con amor, entonando una melodía del corazón.

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⏰ Última actualización: Aug 28 ⏰

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