Capítulo Bonus

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Mangel se quedó estático al ver como Rubén caía con mucha velocidad hacia las calles repletas de coches. Su mente se quedó en blanco, no sabia que pensar y como sentirse. "¿Esto... Realmente ha pasado?" es lo que le hubiera gustado decir, puesto a que no pudo pronunciar ni una simple letra, se quedó como un pensamiento.

Después de unos minutos reaccionó e instintivamente se cayó al suelo de rodillas, haciéndose daño en ello puesto a que el suelo de aquella azotea estaba lleno de pequeñas piedritas, piedras que Rubén siempre odio.

-Rubén... -Pronunció por primera vez desde que pasó- tú... Yo no... no sabía que...

Mangel pasó lentamente la mano hacia su boca, tapándola fuertemente para intentar parar los sollozos que estaban por venir, él lo sentía, pero realmente no soltaba una lágrima. No sabía. No podía.

-Esto es... ¿Esto es mi...? -Mangel rompió en llanto ¿como había podido permitir que esto pasara? Él era su mejor amigo, su compañero, su protector... su guardián... Y simplemente le había fallado, él le había fallado...

Él sabía perfectamente que lamentarse no serviría nunca de nada pero ¿qué podía hacer? Su mejor amigo acaba de morir... Dios... Su mejor amigo acaba de morir...

No sabía cuanto tiempo se quedó ahí de rodillas, con las manos en su boca, simplemente lamentando el no haber podido evitarlo ¿Minutos? ¿Horas? No lo sabía, no le importaba...

Por algún motivo, tal vez simplemente porque no le quedaban más lágrimas, se levantó y, lentamente se dirigió a la puerta. Por un momento se le ocurrió el pensamiento de asomarse al borde, tal vez para tirarse, tal vez simplemente para ver y torturarse a si mismo, simplemente se le ocurrió hacerlo.

Pero no lo hizo.

Bajó la escalera, escalón a escalón de una forma lenta y tortuosa, sinceramente no tenía ganas de nada, se sentía muerto por dentro. En su mente se dirigía fuera de ese edificio, iba a llegar a su casa y, tal vez dormirse, tal vez hablar de lo sucedido ¿tal vez informar sobre ello a la familia de Rubén? Él sólo quería irse a casa.

Pero no lo hizo.

Se paró en la tercera planta, por algún motivo estaba yendo por las escaleras por todos los pisos y no usaba el ascensor, él no quería pararse en esa planta, no creía que se daría cuenta de que la puerta estaba ligeramente entre-cerrada, pero no cerrada del todo. Era la puerta del piso del Rubén, pensaba pasar de largo, tal vez hasta cerrar la puerta para que nadie entrara e irse, se encontraba destruido mentalmente, él sólo quería descansar.

Pero no lo hizo.

Abrió delicadamente la puerta, como si Rubén estuviera dentro y el entrara a hurtadillas para asustarle, como si no hubiera pasado nada, como si el siguiera allí, jugando en su habitación, gritando como un loco o riéndose con esa risa tan peculiar al ver algo estúpido en un juego. Siendo... él.

Pero él no está aquí.

Al entrar fue lentamente hacia el salón, veía como de lejos las gatas jugaban con los peluches y cojines del sofá en vez de con sus propios rascadores, a Rubén le hubiera puesto de los nervios, ya que, a pesar de que todos los juguetes eran bastante caros, las gatas pasaban de él y, después de todo, él también pasó de las gatas. Sólo de los juguetes de estas, pues le tenía un amor inexplicable a esos animalitos.

Pero él no está aquí.

Llegó al salón, las gatas se veían felices, como si no hubiera pasado nada, pero al fin y al cabo ¿como podrían saberlo? Y aunque lo supieran, sólo son animales. Encima de la mesa vio una carta color beige, muy refinada tan... Rubén. Le solía gustar hacer cosas de esas, a pesar de que según él era "Un jodido desastre" había cosas en las que solía ser muy delicado. Pero, para Mangel, él nunca fue "un jodido desastre" en nada.

One-shot RubelangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora