Capítulo 1

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Había una vez una joven de diecisiete años muy dulce llamada Alahia. Muy querida por muchas personas, pero dentro de si creía que no era cierto. Pero aun así nunca dejaba de sonreír, solía luchar por lo que quería, su sonrisa era muy pura, tan pura como la de un ángel. Muchos veían paz en ella, era una joven con grandes virtudes y valores. Solía visitar un bosque con su abuelo los fines de semana donde disfrutaban del cálido aire que acariciaba sus mejillas. Su abuelo le enseño ese lugar, muy pocas personas sabían de él. Ellos disfrutaban juntos, el veía el reflejo de su niñez en ella, era igual de alegre, realista, y con gran carisma. El amaba su pequeña nieta, más que abuelo y nieta eran mejores amigos.

-Oye abuelo -dijo llamando la atención de su abuelo.

-Si tesoro... -respondió mirándola con gran ternura.

-¿Qué harías si perdieras a una de las personas que mas quieres? -pregunto ella

-¿Mi pequeña está enamorada? -pregunto

-No es eso abuelo, es solo que me gusta un chico que es mi mejor amigo, pero no quiero dañar la amistad. -contesto ella

-No pequeña. No puedes perder algo que no es tuyo, no debes aferrarte a él, pues no estará toda la vida. Al igual que yo. -dijo ella

-Abuelo -gruño-. Te necesito conmigo eres la única persona que me entiende. Sabes cómo son mis padres.

-Alahia lo sé, pero algún día partiré, pero siempre estaré contigo, nunca te dejare. Solo intento decirte que cada minuto disfrutarlo, pues en un abrir y cerrar de ojos podría no estar en tu vida.

-¿Así como la espuma del mar abuelo? -pregunto

-Sí, solo que la espuma desaparece poco a poco dando el chance de decir adiós. Escucha eres muy joven, tienes una ida por delante para esto. No digo que es imposible enamorarte a tu edad. Al contrario el amor no tiene edad, ni condiciones, pero está en ti ver cuando el amor es verdadero y no es solo una ilusión.

-Es cierto, abuelo ¿sabes algo? Eres el mejor abuelo del mundo. Te amo.

-Yo también Alahia. Ahora vamos a casa ya es tarde. -ordeno

-Claro, con cuidado abuelo. -mientras subían al coche para marchar a casa.

Al llegar a la casa estaba la familia reunida y disfrutando entre sí, Alahia estaba perdida en pensamientos sin fin mirando a la nada mientras hablaba consigo misma.

-¿Qué hare si no soy correspondida por él? Me ahogare de nuevo con ese vacío que se siente en el corazón cuando te dejan o se van de tu vida. No quiero sufrir más, por favor Dios. -seguía pensando mientras suspiraba.

Se levanto y decidió ir a la piscina a mojar sus pies. Tomo la toalla y fue a la piscina mientras sentía su móvil vibrar en su bolsillo. Miro la pantalla y era Christian, su mejor amigo, el chico que tanto quería.

*LLAMADA TELOFONICA*

-¿Alahia? Oyó del otro lado del teléfono una voz de una mujer.

-Sí, soy yo. -contesto Alahia

-Soy la mama de Christian él ha tenido un accidente y vamos camino al hospital. -decía llorando la mama.

-¿Qué? No puede ser, ¿hacia qué hospital se dirigen? -pregunto entre sollozos.

-Hacia La Concepción. -dijo en voz baja

-Ok. -contesto y colgó

*FIN DE LA LLAMADA*

Alahia coloco el teléfono a un lado, mientras se aferraba sus piernas y comenzaban a caer lágrimas sobre sus mejillas. Grito de dolor y al instante allí aprecio su abuelo y sus padres.

-¿Qué pasa Alahia? -pregunto el abuelo.

Pero ella no contestaba, estaba llena de dolor.

-¿Pequeña que sucede? -volvió a preguntar el abuelo

-Lo perdí. -su voz sonó quebrada, algo estaba roto dentro de ella.

-Alahia a quien perdiste?

-Abuelo, mami, papi, recibí una llamada de la mama de Christian, mi mejor amigo diciéndome que Christian tuvo un accidente y van camino al Hospital La Concepción. -dijo aumentando su llanto.

-Iremos para allá, busca la camioneta. -le ordenaba su madre a su padre para que se diera prisa.

Salieron camino al hospital, mientras ella seguía llorando. Llegaron al hospital y allí se encontraron con la familia de Christian.

-Señora. -dijo Alahia dirigiéndose a la mama de Christian.

-Tesoro. -dijo abrazando a Alahia.

-¿Cómo se encuentra Christian? Peguntaron sus papas.

-El médico nos dijo que esta estable y no hay de que preocuparnos. -dijo su mama.

-Puedes pasar a verlo querida.

Un eterno vacióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora