Una verdad oculta
Enemigos Mortales
Un amor condenado
Capitulo I
Contemplando el tranquilo lago, sé que el riesgo vale la pena. El agua está calmada y suave. Cristal pulido. No hay una onda de viento que perturbe la oscura superficie. La niebla asciende, a la deriva de las montañas, flotando contra un cielo púrpura-magullado.
Un aliento ardiente, se estremece más allá de mis labios. Pronto el sol saldrá.
Azure llega, sin aliento. No se molesta con ponerle el seguro. Su bicicleta traquetea junto a la mía sobre el suelo. ‚¿No me oíste llamándote? Sabes que no puedo pedalear tan r{pido como tú‛.
''No quería perderme esto''.
Finalmente, los rayos solares sobre las montañas son una delgada línea dorada-y-roja que bordea el oscuro lago. Azure suspira a mi lado y sé que esta haciendo lo mismo que yo—se imagina cómo la temprana luz matutina será saboreada por su piel.
"Jacinda" dice, "no debemos de hacer esto". Pero a su voz le falta convicción.
Pongo mis manos en mis bolsillos y giro sobre las puntas de mis pies. ‚Tu quieres estar aquí tanto como yo. ''Mira ese sol''.
Antes de que Azure pueda mascullar otra queja, me quito mis ropas. Y las escondo detrás de un arbusto, estoy parada en la orilla del agua, temblando, pero no es por el frío de madrugada. La excitación me atraviesa estremeciéndome.
Las ropas de Azure caen al suelo. "A Cassian no va a gustarle esto," ella dice.
Le frunzo el ceño. Como si me importara lo que él pueda pensar. No era mi novio. Aun cuando sorpresivamente me atrapo en mi Vuelo de Maniobras Evasivas ayer, e intento sujetar mi mano. "No arruines esto. No quiero pensar en él ahora mismo".
Esta pequeña rebelión era para conseguir alejarme de él.
Cassian.
Siempre rondando.
Siempre allí.
Observándome con sus ojos oscuros, esperando.
Tamra podía tenerle. Pasaba su tiempo esperando que él la quisiera—que el clan la eligiera en mi lugar. A alguien excepto a mí, un suspiro escapa de mis labios. Odiaba no poder tomar mis propias decisiones. Pero era un largo camino antes de que yo pueda decidir sobre algo. No iba a pensar en eso ahora.
''Vamos''. Relajo mis pensamientos y absorbo todos los zumbidos a mí alrededor. Las ramas con sus hojas verde gris. Las aves moviéndose en contra del amanecer. La niebla húmeda y pegajosa abraza mis pantorrillas. Flexiono mis dedos en la escofina gruesa del suelo, mentalmente cuento el número de guijarros bajo las plantas de mis pies y el tirón familiar comienza en mi pecho. Mi exterior-humano desaparece, se desvanece, y es sustituido con mi gruesa piel de draki.
Mi cara se tensa, mis mejillas se agudizan, sutilmente cambiando de posición, estirándose. Mi respiración cambia mientras mi nariz cambia de posición, surcándose y empujándose lejos del puente. Mis extremidades se aflojan y alargan. El estiramiento de mis huesos se siente bien. Levanto mi cara al cielo. Las nubes se convierten en más que manchas grises. Las veo como si ya estuviera deslizándome a través de ellas. Siento a la fría condensación besando mi cuerpo.
No tardo demasiado. Es quizá una de mis conversiones más rápidas. Con mis pensamientos sin restricciones y despejados, sin nadie alrededor excepto Azure, es mucho más fácil. Ningún Cassian con aspecto amenazante. Ninguna Mamá con miedo en sus ojos. Ningún otro, viendo, juzgando, estudiándome.
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La chica de fuego
FantasyUna verdad oculta, enemigos Mortales, un amor condenado Con su rara habilidad de respirar fuego, Jacinda es especial incluso entre los Draki—los descendientes de los dragones—que pueden cambiar de forma—de dragón a humano. Pero cuando la rebeldía de...