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Concluía el camino recorrido por tu tan pequeña y delicada piedra de cristal (que da vitalidad, esperanza y felicidad) la cual llamamos corazon. Ahí fue el momento preciso en el que entre o al menos eso intentaba...
Hacíamos como si nada hubiese pasado, pero ambos sabíamos que el cristal de tu piedra divina no estaba completo y que el mangante responsable de esto seguía rondando.
Consiente de las dificultades en las que me relacionaba, quise intentar, experimentar, descubrir hasta donde podía llegar con mi insoportable capricho.

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