Cuanta razon

5 0 0
                                    

No podría negar que el temblor yacía en todo mi cuerpo. Ya conocía ese camino, ya conocía la historia, también sabía sus consecuencias pero lo más importante fue conocer sus virtudes, aquellas virtudes únicas y distintas entre si, que enriquecen a cada ser.
Eran virtudes particulares, hacían resonar notas que encajarían tan casi perfectamente en cada uno de mis pentagramas.
Sólo faltaba escribir: "me hago responsable " como firma de autenticidad de cada uno de tus actos.
Concluyendo así, prometí reconstruir tu cristal con el poder de mis más sinceros latidos de amor. Prometiste hacer hasta lo imposible para no causar la decepción de dichos latidos. Prometimos compartir dolores y alegrías, estabilizar el alma con dosis de cariño.
Ese hueco ya no era mío, pero tampoco tuyo.
El cristal cobraba fuerzas gracias a los actos que hacían convencer a los latidos de que estaban logrando un gran trabajo.
Ya nada parecía tan duro, la tristeza disminuía al compartirla entre dos, la felicidad crecía al multiplicarse por dos.

AtestarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora