5. ¿Ves lo que ocasionas, Bravucón?

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El chico que me gusta es un bravucón, se sienta en el último asiento del lado izquierdo de mi salón de ciencia. Evito mirarlo por lo que es probable que no se percate de mi presencia.

- Señorita... ­­­—sentí la potente sensación de una mirada puesta en míMiranda —doy un leve brinco.

- ¿Si?

- ¿Me responde la pregunta seis de su guía de trabajo? —palpé el libro bajo mis manos. Estaba cerrado.

«Imposible. ¿Cómo va a estar cerrado? ¡Yo jamás tengo un libro cerrado!»

- Yo... —siento el sudor en mi frente y la aglomeración de sangre en mis mejillas.

- Página tres, jovencita.

- Lo lamento, no fue mi intención...

- Si así ya empezamos lo más probable es que salga con una "F" en esta materia. —dijo al mismo instante en el que posó su vista en el pizarrón.

« ¿¡UNA F!? ¿¡VES LO QUE OCASIONAS BRAVUCÓN!? »

Dirijo una mueca deslizando el órgano muscular de mi cavidad bucal a la retaguardia de la profesora.

- Con el más debido respeto, maestra. Pero en esta escuela no se califica con "F". —retumbó una voz en la profundidad del aula.

La maestra posó su mirada exactamente hacia el lado izquierdo del aula. La sensación satisfactoria que produjo el hecho de escuchar su reclamo fue para mí la gloria. Ciencias es, definitivamente, mi curso preferido; y su voz, mi nuevo sonido favorito.

¿Y si te vas a la mismísima... Escuela, bravucón?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora