Alex siempre fue un tipo tranquilo, siempre tuvo buenos resultados académicos, era el favorito de la familia, tenia unos amigos grandiosos, pero no todo lo que brilla es oro. En su ultimo año tendrá que enfrentar muchas problemas, superarse consigo...
Miré hacia la ventana de mi pieza, donde se apreciaba uno de los arboles del jardín. Pensé en lo rápido que pasó mi primer mes con quimio, en como he alejado a toda la gente de mi, encerrado en mi pieza soportando los dolores que cada vez eran mas fuertes, y no solamente eran dolores físicos.
Caminé de vuelta a mi cama, me tiré en esta quedando con la vista en el techo. ¿Cuanto tiempo podré seguir así? He intentado luchar contra esta realidad pero me doy cuenta de que entre mas me esfuerzo por salir adelante, mas me consumo. Ya no tengo las mismas fuerzas de luchar que antes, ya no tengo esas ganas de seguir con vida, ya no tengo ese miedo a morir, pero lo único que deseo de todo esto, es no morir de mi enfermedad, no quiero morir en un hospital, quiero morir con un poco de dignidad.
Una voz en mi cabeza me ha estado haciendo una sucia propuesta, que día a día estaba mas cerca de aceptarla. Cerré los ojos con disgusto al sentir un fuerte dolor en mi pecho, y me trago el dolor esperando que todo esto pase.
Me giré a tomar la fotográfia de mi madre y mía, que mantenía siempre en el velador que está al lado de mi cama. Sequé las lagrimas que sin darme cuenta salían de mis ojos ¿Por que se tubo que ir?¿Ella sabrá cuanto la he extrañado? ¿Le haré falta? Porque ella si que me hace falta, extraño su cabello marrón volando por el aire de la carretera, o la forma en la que cantaba cada día domingo al despertar, incluso extraño esos días en que me obligaba a levantarme para ir a la iglesia.
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Esto ya había sido suficiente. Dejé la fotografía donde correspondía y me acerqué a mi escritorio, donde tomé papel y un lápiz y comencé a escribir una linda historia donde escribí todo lo que vino a mi mente en ese momento; Recuerdos, explicaciones, disculpas, canciones, anécdotas, todo.
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(***)
Para cuando terminé de escribir la gran carta, yo ya estaba solo en casa. Mi abuela prometió no tardar mucho antes de ir a comprar los medicamentos a la farmacia recetados por el doctor, así que dejé la carta encima de mi cama para que cualquier persona que entrara en mi habitación pudiese verla.
Caminé hacia el patio de atrás de la casa, donde armé mi propio juego de la muerte y decidí por mi propia cuenta decir adiós.
