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Sintió como su corazón se detenía de forma brutal, como un sentimiento de pánico crecía en su pecho y su cuerpo se paralizó totalmente.

Escuchó pasos deslizándose por el piso de madera fría, hacia su dirección. No podía moverse, no podía pensar, no podía ni siquiera respirar.

Con cada paso lento y arrastrado que eso daba era un latido de su corazón asustado.

Sintió garras filosas en su nuca, heladas y finas como si con un toque ligero pudiera abrir un gran corte profundo.

Sintió dolor y luego un viento helado paso junto a él.

Se dio la vuelta y no vio nada.

Definitivamente se estaba volviendo loco.

Se sintió agobiado, sintió una opresión en su pecho y el pánico empezó a adueñarse del él.

Su cabeza susurró en forma de auto tranquilizarse, cuenta hasta diez.

Uno.

Cerró sus ojos y respiro de forma honda.

Dos.

Todo está bien, encontraras a Ashley y a tu mamá. Todo volverá a la normalidad y volverás a estar tranquilo.

Tres.

Su piel se erizó, abrió sus ojos.

Cuatro.

Corre.

Cinco.

Agarró su linterna, una mochila, su cuaderno, una birome y un abrigo.

Seis.

Bajó corriendo las escaleras y salió disparado hacia la salida.

Siete.

Las calles estaban vacías, el bosque estaba del otro lado de la acera y la luna vigilaba desde lo alto de la noche con frialdad. El corría con todas sus fuerzas pero no sabía de qué, sus instintos se lo decían y él no se animaba a contradecirlos.

Ocho.

Sentía cada vez más el sentimiento de estar observado y perseguido, iba calle abajo y ésta estaba a punto de terminarse.

Nueve.

La calle terminó y un bosque gigantesco, oscuro e impredecible que se alzaba ante él como el único modo de salida.

Diez.

Tomó una inspiración profunda y sin pensar más se adentró en su perdición, en su ataúd, en su trampa mortal.

{***}

En la oscuridad de la noche se veía su cuerpo caminando entre los árboles, ramas y hierbas. El no veía absolutamente nada, solo avanzaba a tientas.

Sus zapatillas estaban totalmente cubiertas de barro, sus jeans estaban salpicados de barro también. Su remera estaba sudada y sus brazos estaban con algunos cortes por las ramas filosas que intentaba esquivar.

Hasta ahora, solamente veía árboles apretujados, barro y ningún signo de vida humana.

A lo lejos vio un lugar (por fin) despejado, había una gran roca en medio, la luna parecía iluminarla.

Se apresuró y luego de poder salir lleno sus pulmones de aire puro, se sentó en la roca y sacó su cuaderno.

En el reconoció su letra desprolija y temblorosa, en voz alta leyó:

Siete lunas blancas.

Un juego.

Matar para comer.

Correr para sobrevivir.

Pero él seguía dudando que faltaba algo, lo dejaría para después. Debía buscar la lógica a otras cosas.

Primero:

¿Qué demonios estaba pasando?

Todo iba perfecto, luego de cenar Dylan y Ashley ayudaron a juntar la cena y se despidieron de su madre. Dylan estuvo un rato con su computadora y se fue a dormir justo cuando la tormenta se desató.

Luego de eso, al despertar, no había ningún alma humana y estaba ante un reto que definía su vida.

Estaba asustado, confundido, desesperado por encontrar respuestas que lo ayuden a salir de este infierno.

Por fin había encontrado algo de paz, pero el aún sentía ese sentimiento de estar en peligro y, por mucho que quisiera, no podía pasarlo por alto.

Recordó algo de forma fugaz:

"El acertijo te ayudará a encontrar el lugar sagrado".

Dylan anotó rápidamente antes de que desapareciera, el sentimiento de inseguridad creció y se sintió incómodo.

Miró a su alrededor pero no notó nada extraño.

Guardó sus cosas y decidió salir a buscar gente, respuestas y una salida.

Al instante se hundió entre la maleza, en la oscuridad de la noche.

Fue un gran error no haber mirado dos veces.


























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⏰ Última actualización: Nov 27, 2015 ⏰

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Moon | Dylan O'brien.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora