Te tenía entre mis brazos y un sentimiento hizo que me dieran ganas de hacerte mía; tu cuerpo incita al pecado, el palpitar de tus expertas pestañas hacen que mi corazón bombe mas sangre. Miro hacia el suelo y no puedo contemplar el final de mi cuerpo; veo una gran masa que dentro contiene mi ser y, en gran medida, exceso de peso. Las curvas que se forman en mis caderas son exageradamente pronunciadas, como un cuello de camisa y, continúan mis piernas que para nada son esbeltas columnas, mas bien son una prolongación de mi ya comentado tronco. Sentí que la sangre que corría por su cuello se acercaba a el mío dejando una separación de una respiración y 3 miradas. Juntamos nuestros húmedos labios sin darnos cuenta de que éramos la gorda de Daniela y el señor meteorito de Hugo y pasamos de ser esos cuerpos llenos de catalogaciones burlescas a ser uno que le importaba bien poco lo que los demás pensaban. Cuando el beso acabó ya no eran los mismos; seguían aparentando cuerpos imperfectos pero al descubrir que esos detalles los hace únicos bien poco importa lo que les digan los demás, esos que son incapaces de ver la bonita sonrisa de Dani o los perfectos ojos café de Hugo
