Mi nombre es Sofía Sosa y soy una adolescente promedio.
Tal vez si lo decía unas cuantas veces más lo creería yo también.
Pues físicamente me veía como una adolescente, cabello largo castaño oscuro, estatura promedio, rasgos delicados y ojos color hazel, debería empezar a decir que no me agrada mi físico, pero mi cerebro no se preocupa por cosas como esa.
Solo puedo pensar en cumplir mi misión en el mundo.
Sé que tendré que practicar mucho para ser creíble y espero que al final valga la pena. Necesito verlos...
-Sofía- habló mi mejor amiga Paula sacándome de mis pensamientos. Ella era una morena de ojos oscuros y gran actitud, era la única que sabía cada uno de mis secretos y aún así no los contaba, era la persona más confiable del mundo sin contar lo divertida que era, simplemente fabulosa, no la cambiaría por nadie. -Has estado muy pensativa, ¿estás segura que quieres comenzar hoy? Podríamos esperar algunos días más- ella sonaba algo preocupada, pero no debía estarlo, yo estaba segura de que todo saldría bien.
-Sí, quiero hacerlo hoy, es preciso.
-Está bien, sube al auto.
Subí a su auto mirando por última vez los alrededores, hasta volver, no vivía en un mal vecindario, en realidad no estaba nada mal según los estándares sociales de las personas comunes. Estuvimos un rato en el auto sumidas en un silencio cómodo con solo la suave melodía de la radio llenando el auto.
Y cuando el auto se detuvo supe que habíamos llegado al primero de muchos días que luego se convertirían en un gran reto sobrevivir.
-Aquí estamos Sofía, Colegio de La Salle, puedes bajar- Dijo Paula apagando el auto. ¡¿Qué?! ¿Acaso ella no me iba a acompañar?
-¿Que acaso no vienes a la escuela conmigo?- pregunté algo asustada.
-No, lamento no haberlo dicho antes, pero voy a otra escuela, no creo que sea la mejor idea que estudiemos juntas- respondió ella mirando al suelo con un deje de tristeza.
-¿Por lo menos vas a acompañarme hasta la puerta principal?
-Lo lamento pero no va a ser posible, debo llegar pronto a la escuela y ya voy algo tarde, pero vendré por ti cuando acaben tus clases.
-Está bien- me sentía triste, debía empezar de cero, y no era una experta en eso.
Bajé del auto y me adentré a la escuela, era muy grande, y estaba lleno de zonas verdes, la arquitectura era algo anticuada pero no dejaba de ser bella, tenía que aceptarlo, sentía una gran atracción hacia la arquitectura y más la de este lugar, tenía algo extraño y especial.
Caminé por el pasillo hasta lo que supuse por las direcciones era el lugar donde se encontraban los salones de mi nivel, estaba en penúltimo año y habían cosas que no había logrado aprender del todo para adaptarme al nivel de estudio, realmente aún tenía problemas con mi escritura, no era fácil escribir en este idioma con tantas tildes y acentuaciones, obviamente prefería mi idioma natal, pero no había nada que hacer, ahora vivía aquí.
Frente a los salones habían varios grupos de chicos revisando algunas listas, no lo entendía, pero algunos gritaban de emoción mientras abrazaban a los otros al ver la información de la lista y otros simplemente miraban con tristeza al terminar de leer, no sabía si debía acercarme a las listas, tenían un raro efecto sobre las personas.
Una chica notó mi cara de confusión y se acercó a mí.
-Hola, debes ser nueva por aquí, mi nombre es Alejandra Galvis- dijo la chica mientras estiraba su mano par estrechar la mía.
-Hola- dije suave, no era muy habladora realmente.
-Creo que deberías revisar las listas para saber en qué salón quedaste.
Oh para eso eran...
-¿Y para qué pensabas que eran?- preguntó Alejandra enseguida.
-¿Ah? ¿Acaso puedes leer mi mente?- devolví a la defensiva, esto se empezaba a poner extraño.
Ella solo rió.
-Creo que no nací con ese don, simplemente lo dijiste en voz alta- dijo y volvió a reír -Vamos, te acompañaré a ver en qué lista estás.
Eran cinco salones, aunque uno no tenía lista, en la primera lista no estaba mi nombre y tampoco en la segunda, ya empezaba a perder la paciencia, en la tercera tampoco me encontraba, lo que significaba que estaba en la cuarta, pero tampoco me encontré, revisé con ayuda de Alejandra una segunda vez todas las listas y resulté estar en la cuarta lista solo que había obviado mi nombre sin darme cuenta.
-¡Oh por Dios! Quedaste en el mismo salón que yo- chilló Alejandra.
-Eso es bueno- susurré, por lo menos ya conocía a alguien.
Alejandra iba a decir otra cosa pero en ese momento llegó un hombre alto que supuse era un profesor y nos dijo que debíamos ir hacial el coliseo.
No entendí muy bien de qué hablaba, pero Alejandra lo siguió así que yo también lo hice intentando parecer lo más normal posible.
Y esperaba que nadie notara que no era para nada parecida a las demás personas.
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Experimento del gobierno
RandomNunca fue fácil mantener una vida doble y menos cuando esta es la de una adolescente típica que debe aparentar problemas y atracciones pasionales que jamás cuenta. Y es aún más difícil trabar una amistad con alguien como ella, alguien con tantos sec...