CAPÍTULO 4: LAS CONSECUENCIAS DE UN HECHIZO

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CAPÍTULO 4: LAS CONSECUENCIAS DE UN HECHIZO

Blaine se despertó totalmente desnudo en la cama de Sebastian. Unos hermosos ojos verdes lo miraban con tanto amor que dolía. Dolía no corresponderlo del todo, dolía saber que desde que se habían entregado el uno al otro, el dueño de esos ojos no había estado con otro, dolía saber que era el único que se esforzaba en hacer feliz al otro. Sin embargo, el moreno sabía que no podía forzar a su corazón, que no podía amarlo sólo porque así lo deseara. Él no era el que decidía sobre su corazón. De ser así, ya se lo habría entregado al príncipe hacía tiempo.

Estuvieron unos minutos así, mirándose sin decir nada hasta que el ojimiel sintió que su estómago daba vueltas y tuvo que levantarse para ir a vaciar el contenido de su estómago en una palangana que había en la habitación.

– Bebé, llevas dos días vomitando por las mañanas. Creo que debería verte un galeno. – El castaño dijo realmente preocupado mientras se acercaba al chico que había conquistado su corazón. Cogió una bata y rodeó a su amado con ella para cubrir su cuerpo desnudo.

– Estoy bien. Seguro que me ha sentado mal algo. – El marqués intentó tranquilizar al otro.

– ¿Dos días seguidos? – El príncipe lo miró con una ceja alzada, mostrando su incredulidad.

– No tienes que preocuparte...

– Sí tengo. – Sebastian se puso otra bata para salir y dar aviso a uno de los guardias.

Cuando volvió, ayudó a su amante a tumbarse en la cama. El castaño estaba muy preocupado por la salud de Blaine pero no iba a dejar que el miedo gobernase sus actos. Sacó algo de ropa de dormir para que se la pusieran ambos, no creía que fuera oportuno recibir al médico desnudos o en bata.

Después de media hora de espera, que al ojiverde le pareció eterna, llegó el doctor para examinar al paciente. Lo primero que hizo fue pedir a todos que salieran de la habitación para que el enfermo estuviera más cómodo.

El príncipe estaba, paseando por el pasillo que daba acceso a su habitación. Estaba realmente nervioso, el doctor estaba tardando demasiado en terminar las pruebas a Blaine y eso le preocupaba. Era la primera vez que se enamoraba y no estaba preparado para perder a la persona que le había conquistado el corazón.

La reina lo vio y se acercó intrigada, no tenía ni la más mínima sospecha de lo que estaba pasando, pero ver a su hijo así le preocupaba demasiado.

– ¿Va todo bien? – La mujer miró la ropa de su hijo. Todavía llevaba la ropa de dormir, algo nada apropiado para un lugar concurrido como uno de los corredores de palacio.

– Yo... Anoche dormí con el Marqués de Dalton y... Bueno, no se encuentra muy bien y he llamado al galeno. Está en mis aposentos, intentando encontrar el motivo de su malestar. – El castaño informó.

– ¿Qué síntomas tiene? – La señora Smythe se interesó. Se acercó a su hijo y le acarició el brazo para tranquilizarlo.

– Ha vomitado dos días seguidos. Es todo lo que sé, aunque una de las criadas, al enterarse, me ha comentado que lo vio marearse hace dos días... Mamá, ¿y si tiene algo grave? – Los ojos verdes del joven buscaron el consuelo de la mujer que tenía frente a él. Confiaba en ella, una persona que lo había amado incluso en sus más oscuros momentos.

– Yo me encargo.

Blaine seguía tumbado en la cama mientras el médico intentaba encontrar el motivo del malestar del noble. De repente, la puerta de la habitación se abrió y la reina entró con ese paso decidido tan característico en ella. Era increíble que en un mundo dominado por hombres, ella tuviera tanto poder. Detrás de ella, el príncipe caminaba con menos

– Majestad. – El doctor hizo una reverencia.

– Déjese de protocolos, estoy aquí porque creo que debe dejar de perder el tiempo. Lo que le ocurre al Marqués no es ningún misterio. El rey y yo visitamos a una bruja y le encargamos una poción. El Marqués está sufriendo una de las consecuencias de esa poción. – La mujer dijo con convicción.

– ¿Yo? ¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué he hecho yo para que me embrujéis? He sido alguien leal a la corona y me he esforzado para ser útil. – El moreno estaba perplejo y Sebastian se acercó a él.

– Tienes mucha razón, por eso es por lo que quise que fueras el marido de mi hijo y el que portara la corona cuando llegara el momento. – La reina explicó. – Para eso, tenía que conseguir que mi hijo se enamorara de ti y la bruja que nos ayudó comentó que toda magia tiene sus consecuencias y en este caso, es un embarazo. Marqués... Usted va a hacerme abuela.

La sonrisa de felicidad de la mujer contrastaba con el dolor en la mirada del amante de su hijo.

– ¿Vamos a ser padres? – El príncipe miró a su madre como si se hubiera vuelto loca. – Madre, él es hombre. Es imposible que se haya quedado embarazado.

– No lo es, hijo. La magia es así. – La señora Smythe estaba radiante de felicidad. – Ahora en lo que tenemos que centrarnos es en la boda. Como comprenderéis, la noticia no puede ser pública todavía. Quiero que se mantenga en secreto hasta después de la boda. Es inevitable los rumores, sobretodo porque evidentemente el bebé nacerá antes de vuestro noveno mes de casados, pero todos los nobles que están en palacio saben que os habéis estado viendo con regularidad en los últimos meses, por lo que sabrán que el bebé es del príncipe. Esta misma noche anunciaremos el compromiso... Aunque ahora que lo pienso, sería raro que no esté tu hermano en la cena de compromiso. Ahora mismo mandaré que lo avisen para que venga. A caballo, el mensajero podrá estar en Westerville a última hora de la tarde y el Conde estará aquí mañana para la cena. Cuanto antes empecemos con todo, antes podremos casaros. Será un compromiso corto, tenéis que casaros cuanto antes.

La reina se volvió dejando a los tres hombres a solas. El médico, con la información recibida, decidió realizar la prueba para asegurarse del embarazo y le recomendó al marqués que descansara y no se alterara mucho.

Cuando la pareja se quedó a solas, Sebastian abrazó a su amante, dejando que este se desahogara en su pecho. Jamás se había imaginado que su madre habría recurrido a una bruja para que se enamorara y que como consecuencia de eso, tuviera que acelerar la boda. Sabía que eso no ayudaba a conquistar a Blaine.

– Si no quieres que nos casemos, yo hablaré con mi madre. Nadie puede jugar con tu vida de esa manera. Sigo pensando que necesitamos tiempo para que te conquiste y...

– No. – El moreno lo interrumpió. – Si no me caso contigo, el bebé y yo pagaremos las consecuencias. Un embarazo fuera del matrimonio es algo que esta sociedad no acepta y mi hijo... Nuestro hijo sería rechazado por la nobleza del país. Además de que yo también seré señalado y no podré casarme con nadie sin que haya rumores... Lo mejor será que hagamos caso a tu madre.

Sebastian entró a una de las salas de palacio, donde los reyes hacían las recepciones y vio a una mujer que no conocía pero creía saber quién era.

– ¿Es usted la persona que realizó el hechizo? – El joven preguntó ignorando la presencia de sus padres.

– Esa soy yo. Sus majestades me hicieron llamar para aclararles la situación del embarazo del Marqués puesto que desconocían si necesita algún cuidado especial. Pero ya les he dicho que no hay nada de lo que preocuparse. – La anciana sonrió amable.

– Yo tengo una duda. El hechizo era para que yo me enamorara pero... ¿En algún momento ese efecto desaparecerá? ¿Mi amor es real o sólo un espejismo provocado por un hechizo? – El príncipe estaba realmente preocupado porque Blaine no se merecía sufrir por su culpa.

– El amor es algo vivo, alteza. Si usted lo alimenta y lo cuida, será eterno. Si por el contrario lo abandona y descuida, morirá y será tan efímero que parecerá que ni siquiera ha existido. Depende de usted el conquistar a su amado y que su amor sea eterno. – La bruja explicó con ese tono de misterio que tanto caracterizaba a las personas que tenían poderes con los que otros sólo podían soñar.

Sebastian suspiró aliviado al escuchar esas palabras. Él amaba a Blaine y durante unos minutos pensaba que su madre había arruinado la vida de ambos en su empeño de que encontrara a alguien que lo ayudara a reinar. Sólo deseaba que su vida fuera más fácil al lado del hombre que había conquistado su corazón y, sobretodo, más feliz.


El Rey de mi Corazón (Fic Seblaine - boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora