Prólogo

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Era casi media noche y caminaba sola en las oscuras calles de mi vecindario. Me estaba arrepintiendo de no haber esperado a mis amigas, pero bueno que más daba, mi casa no quedaba tan lejos, además me había quedado sola y pues me aburría, no querían andar como una estúpida hasta que llegase un hombre extraño y me invitase una bebida que probablemente se encontraba alterada con sustancias raras.

En fin, después de unos minuto con el sonido de una suave briza y el de mis pisadas, escuché pasos atrás mío, mire de reojo; vi a alguien siguiéndome.

No sabía que hacer y bueno, mi instinto empezó a actuar. Caminé más rápido y trate de parecer firme ante la situación de que me estuviese siguiendo.

Sin que lo esperase, lo sentía, lo percibía más cerca de mí, entonces corrí lo más rápido que mis tacones me lo permitían, miré atrás y no había nadie... Me detuve y observe por todas partes, confirmado, no había nadie, entonces pensé que fue solamente mi imaginación y volví a caminar calmadamente.

Estaba por llegar a mi hogar pero entonces escuche un ruido y como había quedado media paranoica miré atrás

NADA.

Al regresar mi vista al frente terminé chocando con un firme torso alce la mirada el rostro del desconocido no se veía bien debido a la poca luz, lo único que logré ver eran esos penetrantes ojos carmesí que me observaban fijamente, dí unos pasos atrás, sin embargo, en una velocidad increíble ya me estaba acorralando contra alguna pared, quise gritar pero de mi boca no se producía sonido alguno. Estaba en shock.

- ¡S-suéltame!- Conseguí decir mientras forcejeaba inútilmente puesto que él parecía no inmutarse ante mis movimientos.

- Lo haré. - Dijo con una voz grave y fría - Pero solo esta vez, porque al fin te encontré.

Y con eso dicho desapareció dejándome con una sensación extraña. Luego, por fin llegue a casa aunque todo el camino pensé en lo sucedido, estaba muy asustada, más aún porque la imagen de sus ojos rojos mirándome no se me borraba de la mente. Sentía que después los vería de nuevo, eso me aterraba.


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Al fin te encontréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora