Elvia despertó esa mañana al igual que todas las mañanas. Gabriel, su marido, saltó de la cama y casi sonámbulo, al igual que todas las mañanas, se encaminó al pozo para sacar el agua, bendita agua, que le permitiría desamodorrarse, refrescarse y prepararse para las labores diarias.
Pero Elvia no tenia ganas de levantarse, por primera vez en su vida, sin saber por qué, ese día no sentía ganas de levantarse.
Las labores de un rancho son arduas, hay siempre mucho quehacer, y quedarse acostada, con un marido, dos hijos, cuatro cerdos, diez gallinas, seis patos y dos guajolotes, era un lujo que ella no se podía dar. Lo pensó por un momento y decidió que se trataba tan solo de un poco de cansancio que se le quitaría muy pronto y que...
Quizá si Elvia se hubiese detenido un poco más a pensar en que le estaba pasando... Si en ese momento ella hubiese sido, para ella misma, más importante que los patos, los guajolotes, las gallinas o los cerdos...
Elvia, de tan solo treinta y tres años y con toda una vida por delante, no habría caído muerta, como fulminada por un invisible rayo asesino en medio del inmenso patio del rancho familiar, que ese día acababa de vestirse con un aromático, fresco y recién nacido pasto color verde tierno, que la recibió cálido y amoroso.
Eran las diez de la mañana de ese día, del mismo día, del único día, en que por primera vez en su vida, Elvia, no había sentido ganas de levantarse...
Unas horas después, justo al dar la media noche, nadie pudo imaginarse que iban a vivir algo todavia mucho más impactante que la muerte de Elvia, algo que conmocionó por completo la vida de ese tranquilo pueblo y sus alrededores; algo que cambió por completo el futuro de todos, incluyendo a Elvia.
ESTÁS LEYENDO
Mil Mujeres una Vida... Semblanza (S)
Non-FictionEste es un tributo a esas mujeres que precedieron mi camino... Maravillosas mujeres que enfrentaron grandes tempestades que marcaron su existencia, sin las armas suficientes para la lucha que les impuso la vida, pero llenas de coraje, valor y enter...