Recogió rápidamente todos los platos de las mesas para poder terminar su turno pronto. Migas de pan, pequeños trozos de pastel, vegetales, vasos con resto de jugo y café, una galleta completa. "¡Una galleta completa!" pensó en cuanto la subió a la bandeja. Eso no solía ocurrir, esas galletas eran bastantes deliciosas como para dejarlas y, a la vez, bastante caras. Movió su cabeza para volver a concentrarse en lo que hacia y se fue hacia la cocina.
Al día siguiente ocurrió lo mismo, una galleta olvidada en la misma mesa que el día anterior. La llevó rápido a su bandeja y se dirigió en la cocina, realmente no le importaba y ya se le hacia tarde.
Así pasó una semana recogiendo galletas y no pudo evitar que la curiosidad entrara a su cuerpo. Dio un largo suspiro y decidió fijarse en quién era la persona la cual desperdiciaba esa basta cantidad de comida a diario, y así fue. Al otro día dejó de lado los platos que lavaba para poder ver desde el mostrador a la persona que dejaba galletas. Era un chico, un chico de mejillas rosadas, notoria nariz y bellos ojos. Llevaba un poleron sin gorro y ni bolsillos, era rosa pálido y las mangas quedaban perfectas al inicio de sus muñecas. "Debe estar cuidándose, niño presumido" pensó YoonGi al ver que comía tan delicadamente. Lo quedó mirando unos segundos y volvió a sus quehaceres.
Otra semana más recogiendo galletas y YoonGi no aguantó. Le pidió un cambio de turno a su amigo HoSeok en caja, para poder saber el nombre de ese chico misterioso. Preparó el plato con las 6 galletas y esperó pacientemente a que el chico de mejillas rosadas llegará, pero no pasó. Atendió a muchos clientes, pero el no fue ese día. Se sintió un tonto y decidió comerse el plato de galletas que había preparado, no pensaba botarlo.
Al día siguiente se dijo que no iba a poner atención, pero no se hizo caso. Apenas el reloj dio la hora en la que habitualmente el chico visitaba el local, el dejó lo que hacia para mirar por el mostrador, verlo y preguntarse ¿Por qué comía tan sólo y dejaba galletas? Esa exacta pregunta rodeaba su cabeza a diario y no podía evitarlo.
Luego de tres días, volvió a pedirle a HoSeok un cambio y esta vez si funcionó. Su nombre era JungKook. Anotó su nombre en la boleta con una enorme sonrisa en el rostro, por fin sabía algo sobre su acosado. Le entregó su cambio y luego, Taehyung le entregó su pedido. Notó una pequeña sonrisa de parte de JungKook y su estómago ardió por celos y preocupación. Al terminar la hora, acorraló a Tae para preguntarle sí es que conocía al chico come galletas, pero este le respondió que no, que lo único que sabía era que compraba galletas a diario y que el siempre se las entregaba.
Esa noche, ya en su casa, buscó por las redes sociales a JungKook, pero no tuvo suerte. Encontró sólo una fotografía en la cual salía con una chica, pero el no estaba etiquetado. Dejó su móvil a un lado, luego de descargar la fotografía y cortarla, y se durmió.
Dos días más y no aguantó. Había estado observando la fotografía más de el normal las dos últimas noches, deseaba poder hablarle, saber de el, que hacia, si estudiaba, su edad, todo. Dejó de lado sus quehaceres y se acercó a la mesa donde el chico comía.
"¡Hey, tu!" Dijo firmemente para llamar su atención, JungKook volteó y le dio una tierna sonrisa. "¿Por qué siempre dejas una galleta?"
JungKook rió y miró su plato en el que quedaba exactamente una sola galleta. "Suelo ser distraído y olvido lo que como" Al terminar de decir la frase se levantó de su asiento "Hoy la dejaré porque ya estoy satisfecho" Corrió el plato hacia un lado y caminó hacia la salida.
YoonGi sintió algo romperse dentro de el... La ilusión de que JungKook supiera quien era el, tal cual una linda historia de amor, pero no. Posiblemente era la primera vez que JungKook lo veía, quizás hasta lo asustó.
No sabía nada sobre él, pero lo quería. Se había obsesionado con su misterio, pero enamorado de su soledad. Miró la galleta y luego a él, ya casi dando la vuelta a la esquina, con el temor de que quizás no volviera.
¿Qué harías?
"¡Hey, espera!"