Escapemonos...

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Narrador

La castaña levanto su rostro y miro al hombre frente a él -tengo que sacar a mis hijas de la casa, resguardarlas de cualquier ataque- explico stephanie, tomando la mano del pelirrojo frente a ella -pero alejarlas de usted? Esta segura?- pregunto dudoso -si!, si fish me atacó de tal manera, significa que sigue mis pasos, aun no se por que el de su ataque, pero podría poner en peligro a mis hijas y eso no me lo perdonaría- se explicó, el pelirrojo asintió entendiendo la razón de la hermosa mujer frente a el -yo tampoco perdonaría que tocaran a las princesas- respondio, tomo las manos de la castaña, atrayéndola a su torso desnudo, la castaña posó sus tibias manos sobre los prominentes pectorales del gran pelirrojo que sólo se estremeció ante el contacto, aferró sus manos a la diminuta cintura de la hermosa mujer, sus miradas se escaneaban lentamente, el pelirrojo miraba cada facción del rostro de la castaña sus hermosos ojos azules denotaban deseo, sus labios gruesos lo tentaban a devorarlos lentamente, sus pómulos, escondían los hermosos hoyuelos que ella mostraba cada vez que esbozaba una hermosa sonrisa, las líneas de su cuello lo invitaban a besarla, el pelirrojo no espero más y fundió sus labios con los de ella, stephanie amarró sus manos a la nuca del pelirrojo atrayéndolo a ella, mordia su labio inferior y lo jalaba produciéndole un dolor exquisito, el pelirrojo escaneada con sus manos la cintura, bajando por sus anchas caderas, a pesar de esa mujer haber tenido tres hijas, era realmente hermosa y se mantenía con un físico envidiable aunque intentaba ocultarlo en trajes de vestir y vestidos hogareños era inútil, su rostro lo enamoró.
Las manos del pelirrojo se abrazaron a la cintura de la mujer arrastrandola a la cama mientras sus labios besaban el cuello de la excitada mujer, ella sólo intentaba no tocar la venda en el brazo del hombre, miraba los moratones producto de la lucha y los besaba suavemente, un detalle que a el le tocó en el corazón, nunca recibió ese detalle, ni su madre cuando era niño beso sus heridas, era la única mujer que tenía tal delicadeza con el.
-eres única- dice el pelirrojo,posandola sobre la cama, mirando como la castaña besa una de las marcas en su abdomen
-tu eres unico- responde la mujer, subiendo sus labios hasta la clavícula del pelirrojo, la puerta se abre de par en par, dejando a la vista las tres hermosas niñas -shey, shey- gritaban entrando en la habitación, -mama que haces?- pregunto Aurora, la mayor de sus hijas mirando a su madre sentada en la cama del pelirrojo, las mejillas de la mujer se tornaron color rosa, ganando una sonrisa de parte del pelirrojo, aunque stephanie intentaba encontrar las palabras, estas no ayudaban, no se sabía explicar -tu mama vino a revisar mi herida y yo le revise su tobillo, aunque ya se bajo la hinchazón tiene que descanzar- explico el pelirrojo, posando su índice en la punta de la nariz de la pequeña aurora un gesto muy tierno de su parte, que hizo que stephanie soltara un suspiro de alivio.

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-Pero mama, por que tenemos que irnos?- pregunto Aurora, colgándose de la mano del alto británico llamado wade
-tu mami esta mal del tobillo y yo del brazo y no podremos jugar con ustedes, así que tendrán unas cortas vacaciones hermosa- explicó el gran pelirrojo detrás de ella
-nosotras los cuidamos- dijo la pequeña, intentando disuadir a su madre de no llevarlas con sus abuelos -vamos hermosa, tus abuelos las llevan a pasear y les compran juguetes y siempre se divierten- explicó la castaña -si pero, nos hacen comer verduras- réplica la pequeña niña haciendo puchero, el pelirrojo la toma con el brazo que no esta herido -ves de que tamaño soy?, yo soy de este tamaño por que comí verduras, algunas no tienen buen sabor pero otras son deliciosas- explicó con tono dulce, la pequeña Aurora sonrió, el pelirrojo beso su mejilla dando una Blanca sonrisa.
Todos abordaron la camioneta, por su brazo sheamus no podía manejar, él británico tenía esa tarea, en el asiento trasero iban stephanie y sheamus cargando a claire y murphy, mientras Aurora los separaba, las tres niñas cantaban alegremente y jugaban con la Barba del irlandés, Morfeo cruzó por su camino y se llevó a las niñas a un lugar de fantasía en sus sueños, el pelirrojo levanto su mirada y por el espejo retrovisor pudo ver cómo esa imagen le causaba nostalgia, la hermosa imagen de la familia perfecta era solo eso un reflejó en el espejo, esa no era su familia ni esa mujer su esposa, el las quería como suyas pero no lo eran.

-gracias- dijo stephanie en un susurro, el pelirrojo conecto su mirada con la de ella -por que?- pregunto, -por todo o por simplemente ser tu- respondió con una sonrisa, el pelirrojo acarició los risos rubios de la pequeña niña dormida entre sus brazos, admirando la hermosa imagen, el quería eso una familia y a esa mujer con sus niñas, pero eso sería traicionar al hombre que lo rescató de la miseria, por que respetarlo? Si el deja de lado a su familia, busca pasión en los brazos de otra mujer, Si el sabía de la amante de paul, simplemente no lo decía por no lastimar a la hermosa castaña, traicionar a su esposa a su mujer a la madre de sus hijas, a una hermosa mujer que le dedico más de 15 años de su vida, sacrificó su físico por darle sus tres hermosas hijas.

El auto paro en el aeropuerto donde los esperaba la avioneta que los llevaria, lejos de ese maldito lugar que sólo les ofrece muerte, dolor y mentiras.
Wade junto a sheamus cargaron a las niñas y las subieron a la avioneta al igual que stephanie, no pasaron muchos minutos para verse suspendidos en el aire en la ave de acero.
Los minutos pasan y el pelirrojo sólo ve a la castaña dormir plácidamente en su asiento.
-señora stephanie llegamos- dijo el pelirrojo moviendo su hombro, las tres niñas ya estaban afuera de la avioneta corriendo y jugando -todo esta en el auto, sólo falta usted- dijo el hombre, mientras ella tallaba sus ojos y desabrochaba su cinturón de seguridad.

El Secuestro de un AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora