Locos

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Recuerdo que solía leer historias sobre hombres psicópatas que observan a su amor desde lejos. Se lamentan por su miseria porque su amor nunca los vería con los mismos ojos que él...
Pero está claro que esos hombres están locos, planeaban secuestrarla o hasta matarla para tenerla para ellos solos. Pero pobres hombres, no habían ni pensado en decirle Hola a la despistada chica.

Se dice que los locos nunca aceptan su problema, pero... ¿y si sé que estoy loca?

Estoy fuera de la ventana de Bruno, observando cada cosa que hace. Mi plan ya está en marcha.
Son las diez de la noche y ya se ha ido a dormir. En completo sigilo introduzco un gancho por debajo de la ventana y quito el seguro. Con la mano izquierda abro la ventana y con la derecha meto la maleta dentro de la habitación.

Una pierna a la vez... lento, y por fin estoy dentro.

Mi corazón late a mil por minuto, escucho los latidos en mis oídos. Camino lentamente hacía la cama de Bruno y... por fin, estoy a su lado.
Retiro lentamente las mantas, a cada segundo siento aún más que mi corazón explotará.
Sus ojos yacen cerrados. Acaricio su oscuro y sedoso cabello. En un movimiento lento me acercó a su rostro y deposito un beso en sus hermosos labios.

Abre los ojos.

Toma mis dos brazos y se tira sobre mi en el piso.
Suelto un gemido de dolor.
Se levanta y yo trató de hacerlo con él, pero coloca su pie sobre mi. Arañé sus piernas tratando de que me soltara pero sólo obtuve quejas.

Jala mi maleta y la abre, saca las esposas y me las coloca, no sin antes dar guerra golpeándolo y arañándolo en la cara.
Toma mis brazos y los coloca sobre mi cabeza, de nuevo está sobre mi.

Su rostro está serio, pero no dura mucho cuando una hermosa sonrisa comienza a dibujarse en su perfecto rostro.

-Tabatha..., ahora eres mía.

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